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Los puertos de este rio son Buenos Aires, la Colonia del Sacramento, la bahia de Barragan, el puerto de Montevideo, y el de Maldonado; hay otros muchos para navios menores, especialmente á las bocas de varios rios que corren hácia él.

Siempre que se dignaban pasear un poco a pie entre calles como ahora, en la expresión de su rostro había cierto matiz de sorpresa al ver que su paso no era acogido por la muchedumbre con rumores de admiración. Maldonado era más locuaz que su amigo. Sobre lo que iba y venía expresaba su opinión levantando el rostro sonriente hacia Castro.

No quién se lo ha llevado.... Pero a me parece también, como al general, que se dice azarar.... Aquel nuevo golpe afectó profundamente a Maldonado, que, pálido ya, tembloroso, lanzó con voz turbada un último grito de angustia. ¡Azorar viene de azor, señores!

El general, lisonjeado por aquella oportuna dedada de miel, manifestó dirigiéndose a Maldonado en tono paternal: No, Ramoncito, no: está usted en un error. Jamás se ha dicho en España azorar. El concejal dió un brinco en la silla.

Causaba cierta sorpresa ver a Maldonado tutear a un hombre ya entrado en años y de venerable aspecto. Todos los mozalbetes del Club de los Salvajes hacían lo mismo, sin que Pinedo se diese por ofendido. Ahí tienes a Mariana siguió éste que acaba de hablar perrerías de ti, y con razón. ¿Pues? No haga usted caso, Ramoncito exclamó la señora de Calderón asustada. Y Pepa también.

El trabajo, la instrucción, el orden, son atentatorios al estado de naturaleza y deben proscribirse de toda sociedad bien organizada". Ramoncito Maldonado, como siempre, se agarró a los faldones de su amigo Pepe Castro. El lector está enterado ya de la profunda admiración que le profesaba.

Fué aquél un golpe rudo para Maldonado. Considérese que estaba delante de Esperancita y de otra porción de señoras y señoritas. Tan rudo fué que le aturdió como si le hubiesen dado en la frente con una maza. Se puso lívido, sus labios temblaron antes de poder articular una palabra.

Nada de eso manifestó Cobo en tono ligero y alegre . Los amigos más reñidos son los mejores amigos. ¿Verdad, barbián? Al mismo tiempo tomó la cabeza de Ramoncito con ambas manos y se la sacudió cariñosamente. Este le rechazó de mal humor. Quita, quita, no seas sobón. Cobo y Maldonado eran íntimos amigos. Se conocían desde la infancia. Habían estado juntos en el colegio de San Antón.

Yo sostengo lo mismo que el general. El dúo estuvo muy mal cantado dijo con calma provocativa Cobo. ¡Qué importa que sostengas uno u otro! exclamó ya fuera de Maldonado . ¡Si no conoces una nota de música! ¡Alto! Tengo más derecho a hablar de música, puesto que no cencerreo como el piano. Por lo menos soy un ser inofensivo.

Y al cabo sucedió que los imperiales, después de guardar encerrado algunos meses al Maldonado Pimentel, diéronse cuenta de que nadie había sido engañado con la sustitución referida, y tuvieron que degollarlo también, me parece que en Simancas, un año después que á su homónimo.