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Miraba los recortes de papel impreso, muchos de ellos amarillos ya por el tiempo, y pasaba ante sus ojos la visión de teatros llenos de elegantes descotes y pecheras rígidas y brillantes como corazas; ambientes caldeados por la luz y el entusiasmo, donde centelleaban ojos y joyas, y en el fondo, con su casco y su lanza, ella, la walkiria dominadora, saludada con aplausos y gritos de admiración.

Si tenemos la suerte de ir acompañados del Jefe de la provincia ó Alcalde mayor, nuestra presencia será saludada con la marcha Real; si el bastón desciende de aquellas categorías, entonces nos tocarán el Mambrú ó las habas verdes.

En aquel instante levantaban frente a nosotros a cincuenta pasos de la acera, un árbol de fuego, la pieza principal, que era saludada por los granujas con jubiloso vocerío. Los discípulos de Bemoles volvían a la carga con festiva polca, «Arlequín», muy en boga a la caída del Imperio y popularizada por los famosos músicos de la Legión austríaca. Deseaba yo hablar con usted, Rodolfo.

Sentía un orgullo loco al verse entre aquella gente, saludada por una mujer tan guapa y tan elegante, con tales muestras de respeto y deferencia. Serafina la había deslumbrado.

Allí fué donde se entabló el primer combate de la revolución filipina de 1898, que podemos llamar la continuación de la campaña de 1896 á 97, combate que duró desde las diez del dia hasta las tres de la tarde, en que por falta de municiones se rindieron los españoles con todas sus armas á los revolucionarios filipinos, que entraron en Cavite con los prisioneros, cuya gloriosa ocasión aproveché para sacar á luz y hacer ondear la bandera nacional, que fue saludada por un inmenso gentío, con aclamaciones de delirante alegría y grandes vivas á Filipinas independiente y á la generosa nación de los Estados Unidos, habiendo presenciado el acto varios oficiales y marinos de la escuadra americana, que demostraron claramente sus simpatías por la causa de los filipinos, tomando parte en su natural júbilo.

En un día de sol, la llegada del automóvil habría sido saludada con un obús. «Esta guerra es así terminó diciendo ; se aproxima uno á la muerte sin verlaSe acordaron los dos de las recomendaciones del general que los había tenido el día antes á su mesa. «Mucho cuidado: la guerra de trincheras es traidoraVieron ante ellos el inmenso campo sin una persona, pero con su aspecto ordinario.

¡Todas! ¡Nunca esta palabra tuvo sonido tan triste y pavoroso! Todas; es decir, todas las lanchas de altura estaban en la mar, y sólo tres habían vuelto al puerto. Corriendo aquellos minutos, que parecían siglos, vióse otra, y luego la quinta, rebasando del promontorio de San Martín. Cada una de ellas fué saludada con un rumor que no puede pintarse con palabras ni con sonidos.

Empezó la partida. Miguel no tenía combinación alguna ni había pensado nada. Sus ojos vagaron sobre los treinta y seis números. Pero sólo fué por un instante. «Este», pensó. Y puso todo lo que podía poner, nueve luises, el máximum, sobre el 13. Rodó la bolilla por el borde de caoba, y su caída final fué saludada con un murmullo de asombro. «¡El 13

Mac-Kinley al telegrama del General Otis, transmitiendo los deseos pacíficos del pueblo filipino, de vivir como Nación independiente; cuando, en fin, se fijaron en los términos del tratado de París cuya aprobación en lo referente á la anexión de Filipinas, fué saludada con gritos de júbilo y satisfacción por el partido imperialista dirigido por Mr.

Seguían los tiros, las aclamaciones delirantes a San Bernardo y sus hermanas, y rodeado de un nimbo rojo por el resplandor de las antorchas, saludada en cada esquina por una descarga cerrada, iba navegando la imagen sobre aquel oleaje de cabezas azotado por la lluvia que, a la luz de los cirios, tomaba la transparencia de hilos de cristal.