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Ninguno era jornalero, y esto lo apreciaba él como un mérito de las nuevas doctrinas. Los más ilustres defensores de «la idea» en Andalucía salían de las clases que él respetaba con atávica adhesión.

Doña Luz no era una soñadora mística; distaba infinito de vivir en continuo arrobo; veía, comprendía y apreciaba cuanto ocurría en torno de ella en el mundo real; pero los lances y sucesos de Villafría la interesaban menos, aunque los veía de cerca, que los lances y sucesos que las historias y novelas relataban, que la poesía acertaba a presentarle o que ella misma fantaseaba en ocasiones.

Este Monarca conocía el teatro español y lo apreciaba, y, por indicación particular suya, el poeta cómico Crown arregló para la escena inglesa la comedia de Moreto No puede ser..., con el título de Sir Courtly Nice or It cannot be.

Su vecino asentía compasivamente, acariciando su larga barba blanca, y decía: ¡Dios mío! ¡Es terrible! A Ben-Tovit le complacía observar que Samuel apreciaba toda la intensidad de sus sufrimientos recientes. Refirió por segunda vez cuanto le había sucedido. Después recordó que hacía ya mucho tiempo había tenido un dolor de muelas, pero en el lado izquierdo de la mandíbula inferior.

La anciana le preguntó por su madre y sus hermanas, y luego, evocando poco a poco sucesos que se referían a la familia de Adriana: Yo lo apreciaba mucho a tu bisabuelo, tu bisabuelo por la rama de tu madre; me festejó en un tiempo. La expresión de sus ojos, bajo la frente placidísima, se anegó en el recuerdo.

Pero lo que más satisfacía su vanidad femenil eran las botas, las famosas botas color limón con las que había soñado tantas veces, y que apreciaba como el mejor de los regalos de Isidro. El calzado era una de sus preocupaciones.

Yo no lo que cantó: cuando el sentimiento se desarrolla, cuando domina, cuando inunda todo nuestro ser, la razón calla: yo no apreciaba, yo no comparaba, sentía, y aquel sentimiento me dominaba, me arrastraba hacia la mujer que producía en aquel sentimiento.

iv Jacinta no tenía ninguna especie de erudición. Había leído muy pocos libros. Era completamente ignorante en cuestiones de geografía artística; y sin embargo, apreciaba la poesía de aquella región costera mediterránea que se desarrolló ante sus ojos al ir de Barcelona a Valencia. Los pueblecitos marinos desfilaban a la izquierda de la vía, colocados entre el mar azul y una vegetación espléndida.

El payés que tenía una atlota en edad de noviazgo veía presentarse a los muchachos del distrito y de otros distritos de la isla, pues todos los ibicencos contaban con igual derecho para solicitarla. El padre apreciaba el número de los pretendientes. Diez, quince, veinte: a veces hasta treinta.

Tal vez creía verle demasiado engolfado en sus aficiones políticas; no se ocultaba a sus ojos que absorbido por la vida pública, la tranquila dicha del hogar sería en su existencia lo secundario; pero también apreciaba claramente la diferencia inmensa entre un hombre que daba el pensamiento a trabajos de gloria y los figurines movibles que hasta entonces la rodearon.