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Se vió de pronto hablando con la más joven en inglés, lo mismo que en la mañana anterior. Ella, con la audacia del que desea terminar pronto una situación equívoca, le preguntó si era marino. Y al recibir una respuesta afirmativa, preguntó de nuevo para saber si era español. , español. La contestación de Ferragut fué seguida de una mirada de triunfo de la joven á su acompañante.

Conviniéronse en ello, y Miranda hubo de pedir la cuenta del gasto hecho en el hotel, que le trajeron escrita en casi indescifrables garrapatos. Cuando logró entenderlos llamó al ama. Aquí dijo apoyando el dedo sobre las patas de mosca hay un error; se equivoca usted en contra suya. A la señora le pone usted los mismos días de estancia que a , y en realidad tiene dos más.

no querrás siguió diciendo el sacerdote con acento burlón . Eres demasiado «verde», y tu dignidad sufriría mucho paseando al Señor por las calles de Toledo. Pues se equivoca usted. Como querer, que quiero; pero el trabajo es demasiado pesado para un enfermo. Por esto que no quede dijo don Antolín con resolución . Lo menos serán diez dentro del carro, y los hay forzudos de verás.

Pero ni el ceremonioso usted ni las razones de Luis convencían a la señora. Ella no podía seguir así. Ocupaba en la sociedad una posición muy equívoca; casi la igualaban con mujeres infieles; era objeto de declaraciones y asiduidades que la sublevaban; creíanla una joven alegre y fácil, sin cariño ni familia; iba de una parte a otra, como el Judío errante. Di, Luis, ¿es esto vivir?

Pero Velázquez, ó por temor á compromisos, ó por cálculo, ó por la situación especial en que la amistad con Pontes le colocaba, no llegó á declararse abiertamente. Se mantenía en actitud equívoca. Cuando se hallaban solos la dejaba ver lo mucho que le gustaba, pero siempre con la salida abierta para retirarse en cuanto le conviniese. En presencia de gente seguía tratándola como antes.

Verdad es que se equivoca lastimosamente, porque su patético repugna por su hinchazón afectada, agradándonos tan sólo sus intermedios cómicos burlescos. Parécenos que es perder el tiempo exponer ahora el argumento de estos coloquios pastoriles. La composición es desigual y confusa en alto grado.

Así, pues, calma ese ardor, Blasillo; se trata seguramente de algún buque que ha zozobrado y que pide auxilio. Pero se equivoca; lo que hice ayer por ti, Blasillo, no lo hubiese hecho ni lo haré jamás por nadie. Le debo la vida una segunda vez, comandante; sin usted, sin la tempestad que me arrojó a su paso, yo me hubiera hundido con la desgraciada canoa en que navegaba al dejar la tartana.

¿Y si no vienen a pelo los cuentos que yo ? No importa; usted hará reír, y ese es el caso. ¿Dice él que usted se equivoca una vez? Dígale usted que él se equivoca ciento, y pata. Usted es un tal; y usted es más: éste es el modo. Pero, señor Fígaro, ¿y dónde dejamos ya la cuestión de tabacos? ¿Y a usted qué le importa ni a nadie tampoco? Déjela usted que viaje.

Se mostrará muy confusa, a causa de su gestión, que es un poco atrevida, y apenas llegada aquí tendrá grandes deseos de marcharse. ¡Son tan tímidas las americanas...!» Se equivoca usted. No me marcharé si no me echa a la calle. JULIA. Me guardaré muy bien de portarme así con una persona que acude a con tanta cortesía.

¿Cómo? dijo el cura con estupor, ¿encuentra usted que Magdalena ha dicho una tontería porque quiere que el cristianismo inspire la vida de la solterona? No, señor cura, no es eso. Esta chica nos marea suponiendo que sólo el cristianismo ha hecho las solteronas... ¿Y usted quisiera que yo le dijese que se equivoca? preguntó el cura maliciosamente. ¡Oh! , señor cura suspiró la abuela.