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Actualizado: 8 de julio de 2025


Por lo demás, la pobre niña no gozará esta misma paz tan ponderada. Que la unión de dos corazones inertes y de dos imaginaciones heladas engendre el reposo de la nada, lo concedo; pero la unión de la vida y de la muerte no puede sostenerse sin una violencia horrible y sin perpetuas amarguras.

Lo que hice fue derribar con ira y hasta con asco el ídolo de Juan Maury del altar que misteriosamente le había yo erigido en el templo de mis recuerdos. Y aunque mis manos permanecieron ociosas e inertes, no le sucedió lo mismo a mi lengua. La esgrimí como puñal buido. Si no calenté bien con mis manos la cara del inglés, con la lengua le calenté las orejas.

Esos séres nacidos para la inaccion, fetos hasta la hora de la muerte, en quienes todas las facultades del alma y del corazon parecen ausentes ó en eterno sueño, como si Dios les hubiese negado su inefable soplo, y en cuyas masas inertes el sol mismo parece ser impotente para producir una emocion, han provocado naturalmente una tierna solicitud muy propia para perpetuar las mas dulces inclinaciones.

Fuese por la distracción, por el cambio o por el aire vivificante y saludable, nadie hubiera conocido a la agonizante de la víspera, de movimientos cansados, mirada muerta y piernas inertes en la intrépida paseante que se veía con frecuencia en la «Brecha de los Ingleses», en el jardín de la «Villa Blanca», en el casino de Granville y en la playa de Saint-Pair.

Además, no son solamente cuerpos inertes los que ondulan la superficie del arroyo, hay también seres vivos que, cambiando de punto, transforman al mismo tiempo el centro de las ondulaciones.

Teresa y su hija, rendidas por el llanto, agotada la energía después de tantas noches de insomnio, habían acabado por quedar inertes, cayendo sobre aquella cama que aún conservaba la huella del pobre niño. Batistet roncaba en la cuadra, cerca del caballo enfermo.

Los pedazos de sardina eran una comida sin substancia para estos bandidos que sólo encontraban sabor al alimento sazonado con el asesinato. Como si los pulpos entendiesen sus quejas, se habían dejado caer en el fondo arenoso, flácidos, inertes, respirando por sus embudos. Un pequeño cangrejo empezó á descender al extremo de un hilo, con pataleo desesperado.

¡Echad! exclamó al cabo de un rato Van-Stael. Los chinos arrojaron los moluscos en las calderas. Por algunos instantes se les vió agitarse y contraerse desesperadamente; después quedaron inertes en el fondo del agua, que hervía a borbotones. El Capitán, entre tanto, no apartaba la vista del reloj que había sacado, y que tenía en la mano. Ocho minutos dijo ; el trépang está a punto.

Estos bosques surgían como manchas de vida allí donde el encuentro de las corrientes superficiales hacía llover un maná de diminutos cadáveres. Las plantas retorcidas y calcáreas, duras como la piedra, no eran plantas: eran animales. Sus hojas, tentáculos inertes y traidores, se encogían de pronto. Sus flores, bocas ávidas, se inclinaban sobre la presa, sorbiéndola por sus ventosas glotonas.

Y el muchacho, a su frente, tocándola casi, sintió en sus manos inertes la alta felicidad de un amor inmaculado, que tan fácil le habría sido manchar. ¡Pero luego, una vez su mujer! Nébel precipitaba cuanto le era posible su casamiento. Su habilitación de edad, obtenida en esos días, le permitía por su legítima materna afrontar los gastos.

Palabra del Dia

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