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Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo: ¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salidad tan de mañana, desta manera?: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel».

Allí encontraban lomos y jamones intactos, pasteles de cerdo que acababan de salir del horno y manteca fresca recién hilada; en fin, todo lo que el apetito de gentes ociosas podía desear, y de mejor calidad, quizá, que en casa del squire Cass, aunque la abundancia no fuera mayor.

Doña Lupe dejó las ociosas plumas a las cinco de la mañana cuando aún no era de día, y arrancó de la cama a Papitos, tirándole de una oreja, para que encendiera la lumbre. ¡Flojita tarea la de aquel día; un almuerzo para doce personas! Llamó a Fortunata para que se fuera arreglando, y acordaron dejar dormir a Maxi hasta la hora precisa, porque los madrugones le sentaban mal.

Mientras que Berenguer Estañol vivió, y fué cabeza y Capitan en Athenas, tuvieron guerras contínuas, no con todos á un tiempo, pero ya con unos, ya con otros, sin tener jamas ociosas sus armas. Muerto Estañol, volvieron segunda vez á pedir al Rey Don Fadrique Gobernador y caudillo que por el Infante Manfredo les rigiese.

Los cuales, el uno durmiendo a sueño suelto, y el otro velando a pensamientos desatados, les tomó el día y la gana de levantarse; que las ociosas plumas, ni vencido ni vencedor, jamás dieron gusto a don Quijote.

Esta nos hace incapaces de llevar á cabo las empresas arduas, y esteriliza nuestras facultades, dejándolas ociosas, ó aplicándolas sin cesar á objetos diferentes, y no permitiendo que llegue á sazon el fruto de las tareas; ella nos hace retroceder á la vista del primer obstáculo, y desfallecer al presentarse un riesgo ó fatiga; ella nos pone á la merced de todas nuestras pasiones, de todos los sucesos, de todas las personas que nos rodean; ella nos hace tambien tercos en el prurito de mudanza, y ella nos hace desoir los consejos de la justicia, de la prudencia, y hasta de nuestros mas caros intereses.

La patrona, dejando las ociosas lanas, dió principio á su tocado, que era algo complicado, porque consistía en una restauración concienzuda de todos los deterioros que en su persona hacían lentamente los años. Después de dar al viento la poca abundante cabellera, comenzaba á tejer un moño, que, á no recibir el refuerzo de unos hinchados cojinillos, no sería más grande que un huevo.

En aquellas comidas subrepticias y ociosas sobremesas, mi amigo don Guillén me fué contando a retazos su historia, la de Angustias Pinto y la de los padres de ella y él, Belarmino y Apolonio. Después, por mi cuenta, hice averiguaciones tan importantes, que la historia de Caramanzanita y la Pinta pasan a segundo término.

Supe su encantamento y su desgracia, y su trasformación de gentil dama en rústica aldeana; condolíme, y, encerrando mi espíritu en el hueco desta espantosa y fiera notomía, después de haber revuelto cien mil libros desta mi ciencia endemoniada y torpe, vengo a dar el remedio que conviene a tamaño dolor, a mal tamaño. ¡Oh , gloria y honor de cuantos visten las túnicas de acero y de diamante, luz y farol, sendero, norte y guía de aquellos que, dejando el torpe sueño y las ociosas plumas, se acomodan a usar el ejercicio intolerable de las sangrientas y pesadas armas!

¡Por Dios, hija mía! ¡dónde vamos a parar! ¡Esa imaginación, Anita, esa imaginación! ¿cuándo mandaremos en ella? ¡Ridículo! ¡Imprudente!... A no pueden ponerme en ridículo más actos que aquellos de que soy responsable, no entiendo el ridículo de otro modo... usted no ha sido imprudente, ha sido inocente, no ha pensado en las lenguas ociosas.