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La contempló primero sobre el elegante alminar árabe donde tremoló el pendon real de S. Fernando, y luego en la torre reedificada, desde fines del siglo XVI. Seguiria á la nueva capilla de S. Bartolomé la célebre de S. Pablo, propia de la familia de los Godois, si fuese cierta la aseveracion de un cronista que entre los caballeros y ricos-hombres que salieron de Córdoba con el infante D. Juan á recibir á D. Sancho en 1284 reconociéndole por su rey y señor, muerto D. Alfonso el sabio, nombra al maestre de Santiago D. Pedro Muñiz de Godoy, añadiendo que poco despues murió y fué sepultado en su capilla del apóstol S. Pablo en la santa iglesia catedral . Con las capillas de S. Nicolás , de S. Benito , de S. Vicente , de nuestra Señora de las Nieves y de S. Gil , fundacion la primera de un devoto arcediano de Córdoba que la situó á levante, en el décimoquinto tramo de la última nave principal, y erigida la de nuestra Señora de las Nieves por un chantre y dos particulares de quienes no hallamos mencion particular, los cuales eligieron el octavo tramo de la primera nave principal al poniente, termina el siglo XIII su casi insignificante tarea en la mezquita de Córdoba, donde por no innovar demasiado, ó por no considerarse seguro el arte occidental en una ciudad espuesta todavía á volver á caer bajo el yugo de los infieles, no realiza la arquitectura ojival ninguna de aquellas portentosas creaciones que lega en Francia S. Luis á la admiracion de las edades futuras, y que el mismo S. Fernando emprende en Burgos y Toledo.

Entrada en los diez y ocho años, oyó con horror las proposiciones del decimoquinto Porreño, su tío, para que se casara. Yo dijo, ó seré hija de Jesucristo, ó viviré en mi casa, ausente del mundo, buscando en ella un baluarte contra el demonio. Bien, hija mía: si es éste tu gusto dijo el tío, sea.

Era ese Godfrey, que antes daba tantas esperanzas, el que estaba con las manos en los bolsillos de su saco y la espalda vuelta al juego, en el salón de obscuro artesonado, un día de noviembre de este decimoquinto año de la residencia de Silas Marner en Raveloe.

Cabalmente estaba en su mayor auge en los fines del siglo décimoquinto y principios del décimosexto en toda la Península, principalmente en Castilla, la célebre escuela de los Colonias, rama de fecunda sávia desgajada del poderoso tronco del norte por el ilustre prelado D. Alonso de Cartagena, y convertida en árbol lozano y pomposo cuando en las guerras por la posesion de Italia, por el dominio del Imperio de Alemania y por la preponderancia en Europa, se contagiaba del nuevo gusto estrangero el católico Cárlos V.

No se sabe con seguridad la época en que se fundó; pero debió ser ciertamente antes de espirar el décimoquinto siglo, porque en los primeros años del XVI estaba ya ruinosa. Se labró en los tramos treinta y treinta y uno de la última nave principal, arrimada al muro de oriente, entre el postigo del Sagrario y la puerta de Jerusalen hoy tapiada.

Tal era la historia de Silas Marner hasta el decimoquinto año de su estancia en Raveloe. Todo el día se lo pasaba sentado frente al bastidor, con los oídos llenos de su ruido monótono, y los ojos pegados al lento progreso del lienzo uniforme y plomizo.

De esta manera, el ancho recuadro de orígen oriental en que está inscrito el arco, pierde la pesadez que ofrece faltando el afiligranado de su fondo, y esplica perfectamente la procedencia del elegante lambel que suele encerrar el arco del décimoquinto siglo, y que es uno de los mas característicos y graciosos ornamentos del gótico florido. Capilla de Sta. Cruz de Jerusalen.

Así las aguas de un arroyo descienden mucho más abajo de los bordes herbosos que limitan el antiguo ancho de su lecho, para volverse el trémulo hilo de agua que se traga un surco en la arena estéril. Pero por el día de Navidad de ese decimoquinto año, otro grande acontecimiento se produjo en la existencia de Marner, y su historia se confundió de un modo singular con la vida de sus vecinos.

21 Constituyéndoles que celebrasen el día décimocuarto del mes de Adar, y el decimoquinto del mismo, cada año, 22 por aquellos días en que los judíos tuvieron reposo de sus enemigos, y el mes que se les fue tornado de tristeza en alegría, y de luto en día bueno; que los hiciesen días de banquete y de gozo, y de enviar porciones cada uno a su vecino, y dádivas a los pobres.

En los siglos décimoquinto y décimosexto con la renovacion de las letras parece que habian de mejorarse estos Estudios; mas no fué así, porque en tiempo de Luis Vives estaban muy dominantes estas inepcias, como se ve en la grandísima impugnacion que hizo de ellas en sus libros de las Causas de la corrupcion de las Artes.