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Para Plácido, todo idioma hablado en Filipinas por los europeos, que no sea español, tiene que ser inglés: además pescó nuestro joven la palabra Hong Kong. ¡Si el joyero Simoun pudiese recomendarle á aquel estrangero que debe partir para Hong Kong! Plácido se detuvo. Conocía al joyero por haber estado en su pueblo vendiendo alhajas.

Y el conflicto con los alemanes se le venía á la memoria, y casi sentía que se hubiese allanado; él hubiera muerto con gusto por el pabellon español-filipino antes de someterse al estrangero: Porque despues de todo, pensaba, con España nos unen sólidos lazos, el pasado, la historia, la religion, el idioma... ¡El idioma, , el idioma!

Para este fin se agregan á los eunucos otros oficiales palatinos y maulís del califa, que con mucha habilidad hacen despejar el campo á los intrusos. Entre tanto el califa se ocupa en el ceremonial de la recepcion, va y viene del palacio antiguo al palacio nuevo, dicta órdenes, y señala por último el dia de la admision del estrangero á su presencia.

El estrangero que llega á San-José quéda pasmado de admiracion al contemplar una vegetacion tan hermosa, y la variedad infinita de frutos que allí abundan. Efectivamente sus bosques ofrecen por todas partes la vainilla, el aceite de copaiba, recinas, cortezas aromáticas, gomas, la cera y la miel de abeja y multitud de plantas medicinales.

Cabalmente estaba en su mayor auge en los fines del siglo décimoquinto y principios del décimosexto en toda la Península, principalmente en Castilla, la célebre escuela de los Colonias, rama de fecunda sávia desgajada del poderoso tronco del norte por el ilustre prelado D. Alonso de Cartagena, y convertida en árbol lozano y pomposo cuando en las guerras por la posesion de Italia, por el dominio del Imperio de Alemania y por la preponderancia en Europa, se contagiaba del nuevo gusto estrangero el católico Cárlos V.

Al día siguiente, con gran sorpresa del barrio, pedía hospitalidad en casa de Cabesang Tales el joyero Simoun, seguido de dos criados que cargaban sendas maletas con fundas de lona. En medio de su miseria, aquel no se olvidaba de las buenas costumbres filipinas y estaba muy confuso al pensar que no tenía nada para agasajar al estrangero.

Simoun contó su dolorosa historia, cómo, trece años antes, de vuelta de Europa, lleno de esperanzas y risueñas ilusiones, venía para casarse con una joven que amaba, dispuesto á hacer el bien y á perdonar á todos los que le han hecho mal, con tal que le dejasen vivir en paz. No fué así. Mano misteriosa le arrojó en el torbellino de un motin urdido por sus enemigos; nombre, fortuna, amor, porvenir, libertad, todo lo perdió y solo se escapó de la muerte gracias al heroismo de un amigo. Entonces juró vengarse. Con las riquezas de su familia, enterradas en un bosque, escapóse, se fué al estrangero y se dedicó al comercio. Tomó parte en la guerra de Cuba, ayudando ya á un partido ya á otro, pero ganando siempre. Allí conoció al General, entonces comandante, cuya voluntad se captó primero por medio de adelantos de dinero y haciéndose su amigo despues gracias á crímenes cuyo secreto el joyero poseía.

No veo aquellos muros que consagró la historia, Cuando asilado en ellos ejército estrangero El pueblo omnipotente, con ademan severo, Hizo rendir la espada del bravo Berresford. La Fortaleza de Buenos Aires, antigua morada de los Vireyes.

Allí estuvo yendo y viniendo, recorriendo tiendas sin fijarse en los objetos, con el pensamiento en Hong Kong para vivir libre, enriquecerse... Iba ya á abandonar la feria cuando creyó distinguir al joyero Simoun despidiéndose de un estrangero y hablando ambos en inglés.

Nada mas imponente y magestuoso que la jura de un califa ó la recepcion de un personage estrangero en el palacio de Azzahra. En ambos actos se retrata fielmente la tradicion oriental derivada desde los prepotentes reyes asirios y babilonios, y considerada por todas las gentes que sucesivamente dominaron en el Asia menor como el tipo y la norma de la humana grandeza.