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La Reina luterana, como vido El valor de Candish y su ventura, Y el Diablo que tambien su tela ha urdido, Despachan á Candish, el cual procura De la ocasion ya ser favorecido: Parécele gozar la coyuntura. Salió de Inglaterra con pujanza; Diré lo que sucede en otra estanza.

Y entonces, más listos y expeditos aún, dieron muerte a los cómitres, quitaron grillos y cadenas y pusieron en libertad a los galeotes, que eran más de sesenta cristianos cautivos. Estos hallaron sin dificultad armas de que apoderarse. Tarde semi-comprendió el capitán corsario la estratagema que le habían urdido, mas no desmayó por eso.

Marchose a toda prisa y cuando le perdimos de vista, Presentación me dijo dando un suspiro. Nos llamó pimpollitos y cree que somos novios, y que nos hemos escapado... Ahora ¿qué diré a mamá cuando me vea entrar con usted? Necesito inventar algo muy ingenioso y bien urdido. Lo mejor es decir la verdad clara y desnuda.

Pues conste que, si la reconciliación no se efectúa, tienes la culpa; que tu mujer ha cedido cuanto es posible ceder, y ..., mismo, por una obcecación bien sospechosa, destruyes todo lo hecho. Destruyo lo que o ese bendito Cifuentes habéis urdido; pero yo me entenderé con Elvira... Es que Elvira no vendrá a Biarritz. Pues iré yo a buscarla. ¿A que no vas?

Cuando más embebido estaba, dando cuenta de la habilísima intriga que habían urdido para dar un voto de censura al alcalde, Cobo ¡su eterno estripacuentos! acercóse al grupo, y después de escuchar un momento, le atajó diciendo: Vaya, Ramón, no te des tono. Ya sabemos que en el Ayuntamiento no representas nada. González te lleva por las narices adonde le da la gana.

D. Juan, en el paroxismo de la ira, dio parte al gobernador, grande amigo suyo, y resolvió partir al día siguiente con Fernanda. Los jóvenes maleantes, que prevían esta determinación, ya tenían urdido el medio de hacerla ineficaz, preparando, como hemos visto, una grandiosa cencerrada para la noche.

Simoun contó su dolorosa historia, cómo, trece años antes, de vuelta de Europa, lleno de esperanzas y risueñas ilusiones, venía para casarse con una joven que amaba, dispuesto á hacer el bien y á perdonar á todos los que le han hecho mal, con tal que le dejasen vivir en paz. No fué así. Mano misteriosa le arrojó en el torbellino de un motin urdido por sus enemigos; nombre, fortuna, amor, porvenir, libertad, todo lo perdió y solo se escapó de la muerte gracias al heroismo de un amigo. Entonces juró vengarse. Con las riquezas de su familia, enterradas en un bosque, escapóse, se fué al estrangero y se dedicó al comercio. Tomó parte en la guerra de Cuba, ayudando ya á un partido ya á otro, pero ganando siempre. Allí conoció al General, entonces comandante, cuya voluntad se captó primero por medio de adelantos de dinero y haciéndose su amigo despues gracias á crímenes cuyo secreto el joyero poseía.

¡Va a estallarme la frente! ¡Madre, por Dios! sosiéguese usted. Nunca la he visto así... ¿Pero qué pasa? ¿qué pasa?... Todo es calumnia.... ¡Y qué pronto... qué pronto... la han urdido! ¡Qué Brigadiera ni qué señoronas... si no hay nada de eso... si yo le juro que no es eso... si no hay nada! No tienes corazón, Fermo, no tienes corazón. Señora, ve usted lo que no hay... yo le aseguro....

Don Quintín, rebañando con un migote la rica salsa, guardó silencio unos instantes, cual si dudase de la oportunidad de lo que iba a decir, y, por último, habló resueltamente, aunque sonriendo para disminuir el alcance de sus frases: Señor mío; usted que tiene remuchísimo talento; y todo eso está muy bien urdido...; pero a perro viejo no hay tus tus. ¿Cómo? Que no me engaña usted.

Caballero me contestó con acrimonia dispénseme usted, pero no puedo darle crédito. Yo me entenderé después con estas inconsideradas y locas niñas; y en tanto no puedo menos de creer que usted y lord Gray han urdido un abominable complot para turbar la paz de mi casa. Señores, ¿no hablo con razón?