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Eppie se dio cuenta de que su conducta era observada; sin embargo, el observador no era más que un benévolo burro que pacía con una traba atada a la pata, un asno apacible que no criticaba desdeñosamente las debilidades humanas, y que, por el contrario, se felicitaba cuando se lo admitía a compartirlas haciéndose rascar cuando podía.

, mi abuela siempre se acordaba de Remedios, de su genio alegre, su cara redondita, y unos ojazos que al decir de ella no los había más lindos. Pero ahora ustedes van a ver... Nunca se llevó muy bien con el general, que tenía un carácter demasiado militar, y quería vivir en su casa a la espartana. Mi abuela le criticaba mucho.

Por la noche se tocaba, se cantaba, se saboreaban los escándalos sociales, se criticaba, se mordía en grande y se jugaba... se jugaba grueso. Era la única mala pasión del gentil don Benito; superior en él a todas las otras, lo dominaba y lo consumía.

Este año, el poeta de la fiesta era una jovenzuela recién salida de la Universidad, un rebelde, que osaba comparar sus versos con los de Golbasto y además criticaba los trabajos históricos del grave Momaren, su antiguo maestro.

Godfrey sabía todo eso y lo comprendía tanto más cuanto que había tenido el fastidio de ser testigo de los accesos de cólera brusca e implacable de su padre, accesos ante los cuales su irresolución habitual lo privaba de toda simpatía. Pero no criticaba la indulgencia culpable que los precedía; esa indulgencia le parecía bastante natural.

Fraccionóse, pues, el círculo en secciones; y en una se contaba el cuento de Juan del Oso, en la otra se criticaba, en ésta se cantaba y en aquélla se hablaba de la cosecha, sin que faltasen manotazos ó coscorrones por aquí y por allá, pues aquellos mozos también eran de carne y hueso, y no siempre, buscando una panoja oculta entre las hojas apiladas, topaban con ella al momento y sin tropezar antes con tal cual pantorrilla extraviada, cuya dueña, aunque con la risa en los labios, protestaba con el puño cerrado contra la equivocación.

En cuanto a Enrique IV, mirábale después del descubrimiento de los manejos ingleses con prevención, y tras de la paz de Vervins como inútil y aun perjudicial á sus intereses . No era el Rey quien le llamara maestro de cuentos: la frase debía proceder de un ofendido ó de un chusco, á juzgar por la respuesta: «Que no es malo saber cuentos, pues que enseñan entreteniendo; que cuando el que le criticaba supiera muchos, sabría más que ignorándolosSin embargo, los cuentos ó las indiscreciones granjearon á Antonio Pérez enemigos mortales en las familias de Guisa y de Montpensier, sin contar los de menos altura.

Y mientras tanto, un dios aficionado le hacía observaciones sobre sus cromos, se los criticaba asegurándole que manchaban las paredes. ¡Manchaban las paredes! repetía don Timoteo sonriendo con ganas de arañarle; ¡pero si están hechos en Europa y son los más caros que me he podido procurar en Manila! ¡Manchaban las paredes!

Brilla en su cerebro la eterna, la incomparable belleza intelectual, y podría contestar como Ricardo Gutiérrez, un día, en Italia, a un amigo que le criticaba su indiferencia por el corte de una levita... «Yo soy paquete por dentro». Pombo es bello por dentro, por la elevación suprema de su espíritu y la dulzura de su carácter...