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Deseosa de hablar reposadamente con el Vizconde, le citó para una noche en que no recibía a los demás tertulianos, y tuvo con él el coloquio que vamos a reproducir aquí. Después de los amistosos saludos de costumbre, con la inveterada familiaridad de siempre, y tuteando al Vizconde como solía, Rafaela le dijo: eres mi mejor amigo, lleno para de amabilidad y de indulgencia.

Y Felipe habló así: Si es verdadera la máxima evangélica que recomienda la indulgencia y el perdón para los que mucho han amado, yo debo merecer absolución por todas mis culpas, pues siendo de complexión amorosa, como decía nuestro grave Molière, he amado con frecuencia suma y ardiente apasionamiento, sin ser correspondido, lo que constituye una causa, eximente, más que atenuante.

Pues bien, María es severa para con usted. He aquí lo que ha respondido textualmente cuando yo les aseguré el afecto y la adhesión de usted: "Nos ha abandonado á mi madre y á ; yo le he borrado de mi recuerdo como él nos borró de su corazón." Cristián bajó la cabeza con tristeza. Acaso tiene derecho para tratarme tan duramente, dijo, pero le falta indulgencia.

Esta mostraba a la de Rubín una gran simpatía, y con esta simpatía, la dulce confianza que de ella emanaba, y por fin, con el verdadero derroche de indulgencia que en favor de sus faltas hacía, apoderose poco a poco de todos sus secretos.

La solterona se volvió hacia ella y le clavó una mirada donde se traslucía junto con la sorpresa la misma indulgencia compasiva. Pero ¿de veras no sabes?... La joven hizo signo negativo. Y al mismo tiempo se sintió embargada por terrible emoción. Una corriente de aire frío atravesó su ser interior repentinamente.

Ahora, pues, previa tu indulgencia por estas digresiones, y suponiéndote orientado en el terreno de nuestros personajes, voy á tratar del verdadero asunto de mi cuadro. Hace pocos días empezó á llamarme la atención el aspecto que presentaba la casuca de enfrente. La buhardilla del Tuerto apenas se abría, ni en ella se escuchaban las risas, los lloros y los golpes de costumbre.

Sabía la facilidad que tenía para desprenderse de las cosas y la impaciencia enfermiza que le llevaba, por el contrario, a precipitarse hacia las novedades. Entre las dos hipótesis de una ruptura o de una inconstancia, me inclinaba a aceptar la segunda. Estaba en racha de indulgencia: la visita a casa de Agustín me había puesto en temple de mansedumbre.

La ingenua y antigua usanza de reclamar el autor en la primera página de su obra, la indulgencia del lector, ha caido en desuso desgraciada ó afortunadamente. Aun á riesgo de aparecer desafecto á la moda actual, recomiendo aunque tarde mi humilde libro á la benevolencia de quien le hojee, ora sea con distraccion.

Mi justificación está sobre todo en eso. Necesito probar, no sólo que he sido condenado injustamente, sino quién fué el culpable y por qué lo fué. Á ese fin consagraré mis últimas energías de hombre; después no quiero ser sino indulgencia y mansedumbre.

Amaury se aproximó a él en cierto modo y le mostró algo mejor semblante, por lo cual el buen muchacho no sabía cómo demostrar su agradecimiento, pues en presencia de su antiguo compañero parecía un culpable necesitado de ajena indulgencia: le oía con respetuosa y afectada atención, aprobando en silencio cuanto Amaury le contaba.