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Aquella procesión no era una procesión de santas imágenes, ni de reyes ni de príncipes, cosa en verdad muy vista en España para que así llamara la atención: era el sencillo desfile de un centenar de hombres vestidos de negro, jóvenes unos, otros viejos, algunos sacerdotes, seglares los más.

Que este enemigo se llamara sudra en la India, hebreo en Egipto, hierodul en Capadocia, esclavo en Grecia y Roma, ilota en Esparta, siervo ó hereje en la edad media, poco importa: la filosofía de la historia es la misma.

Ya le llamará la sangre, y en cuantito que vea a este retrato suyo, se le caerá la baba... y... chica, créemelo, hasta coche vamos a tener... ¡qué comedia! ¡Cuando digo que estaremos en grande!

Dentro de algunos meses, cuando el calor haya fundido la nieve y la hayan limpiado los aludes, algún perro de ganado dará con el cadáver y llamará á su dueño con espantables ladridos. En otro tiempo, los restos humanos encontrados en la montaña tenían que descansar para siempre en el sitio donde los había descubierto algún pastor.

Su mayor confianza era conmigo; pero debo indicar aquí una circunstancia, que a todos llamará la atención, y es que aunque repetidas veces procuré sondear su ánimo en el asunto que más me interesaba, jamás pude conseguirlo. Hablábamos de amores, nombraba yo la casa y la familia de Inés, y él, volviéndose taciturno, mudaba la conversación.

Traía en un gran lío toda la ropa de Riquín y algo de la del ama. «La fiera dijo me mandó sacar todo esto. Está bramando. ¡Ay señorita!, si usted le dice dos palabras al salir, hay reconciliación... Yo lo siento. Está arrepentido de su barbaridad. Yo quería traer más; pero no me dejó. Mañana llamará a las prenderas... ¡Ay! ¡Qué lástima! ¡Qué riqueza hay allí!».

«Adios, Patria, decian «Llenos de ardiente, «Pronto el tambor batiente «Nos llamará á la lid; «Que si tus caras playas «Hemos abandonado, «Es porque hemos jurado «Libertad ó morirPor las llanuras del Sud Yacen do quier esparcidas Las semillas bendecidas Del árbol de libertad. Con la sangre del martirio Ha sido ese árbol regado: Si sus ramas han cortado El tronco intacto quedó.

Que se dedica á los frailes, añadió el de Visayas. Por lo cangrejos, terminó Sandoval. ¡Justo, y se llamará torta de frailes! Todos repitieron en coro: ¡torta de frailes! ¡Protesto en nombre de uno! dijo Isagani. ¡Y yo, en nombre de los cangrejos! añadió Tadeo. ¡Respeto, señores, más respeto! volvió á gritar Pecson con la boca llena.

El joven sonrió disimulando su turbación, y respondiendo con fingida indiferencia: A cualquiera le llamará la atención una mujer tan hermosa. ¿Quién es? ¿No la conoce usted? Es la señora de Osorio, un banquero, hija de Salabert. ¡Ah! ¿hija de Salabert? ¿Vive en aquel palacio grande del paseo de Luchana? No, señor; vive en un hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.

Finalmente, parecíamos tener a destajo la tela de Penélope, pues cuanto él tejía de día, rompía yo de noche; ca en pocos días y noches pusimos la pobre despensa de tal forma, que quien quisiera propiamente della hablar, más corazas viejas de otro tiempo que no arcaz la llamara, según la clavazón y tachuelas sobre tenía.