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El prisionero entró en la caseta, custodiado por cuatro números, y tras él entraron los tres hombres que iban mandando a los insurrectos. Algunos campesinos y labriegos del lugar, viejos en su mayor parte, que habían acudido por curiosidad, fueron alejados con modales bruscos por la gente armada; y como volviesen en mayor número, se dio orden de despejar la plazoleta.

Íbanse poco a poco destacando del fondo luminoso del cielo los ángulos rectos y los cortes bruscos de las casas de las aldeas, con sus tapias de tierra y sus paredes de cascote, dominadas desde lo alto del monte por la ermita, en torno de cuyo viejo campanario volaban las bulliciosas y alegres golondrinas.

También había cuchicheos secretos, al oído, entre aquel estrépito; rostros lánguidos, ceños de enamorados celosos, miradas como rayos de pasión.... Entre aquel cinismo aparente de los diálogos, de los roces bruscos, de los tropezones insolentes, de la brutalidad jactanciosa, había flores delicadas, verdadero pudor, ilusiones puras, ensueños amorosos que vivían allí sin conciencia de los miasmas de la miseria.

Entregado a mismo; arrebatado por la propia belleza de su voz, no oía nada, no percibía el incesante crujir de la maleza, como si en la sombra se desarrollara una lucha, los bruscos movimientos de los juncos, agitados por misterioso espasmo, hasta que un doble gemido brutal, profundo, como arrancado de las entrañas de alguien que se sintiera morir, hizo enmudecer asustado al pobre pájaro.

No era lo peor esto, sino que la niña, tan apagada de genio, tan tímida y silenciosa ordinariamente, sólo con él era atrevida y desenfadada, autorizándose bromitas más o menos inocentes, respuestas y gestos bruscos que mostraban bien claro que no le tomaba en serio.

Los hombres son casi siempre torpes y testarudos que Dios los ayude ; sin embargo, cuando no están ebrios no carecen de sentimientos, aunque no sepan poner vendas ni sanguijuelas: son demasiado bruscos e impacientes. Fijaos, primero se pone esto sobre el cuerpo prosiguió Dolly, tomando una camisita y poniéndosela a la niña.

Todos sentían por igual el deseo de resarcirse de las privaciones, de acallar la bestia que llevaban dentro, irritada y despierta por una vida de bruscos cambios, tan pronto en la abundancia loca y despilfarradora del saqueo, como en las penalidades de la marcha por llanuras interminables, sin ver el menor rastro de vida.

Era mujer de unos cuarenta años, de regular estatura, metida en carnes, que no habría sido fea a los veinte, de fisonomía abierta y simpática, pero ordinaria; el talle y la figura más ordinarios aún, porque el vientre le había crecido en los últimos años mucho más de la cuenta y no había corsé que lo sujetase; la voz aguda y desentonada, los ademanes bruscos y el mirar dulce y halagüeño: vestía un traje de terciopelo de color castaño, que en aquella época era el sumo lujo entre las señoras de calidad; mas advertíase que aquel terciopelo no estaba tan bien pegado a sus carnes como era de esperar, dado el aspecto imponente y el concertado gusto y elegancia que reinaban en la casa.

Las tempestades. «El mar experimenta de vez en cuando conmociones que parecen tener por objeto asegurar las épocas de sus trabajos. El ilustre autor se refiere especialmente á los bruscos movimientos que al parecer proceden de debajo, y que en los mares asiáticos equivalen á verdaderas tempestades.

Ave María, que Dios nos guarde respondieron los dos frailes que oprimían al barbero con toda su rotundidad monacal y que comprendieron, por sus movimientos bruscos y agitados que aquél buscaba su cuchillo . En nombre del Cielo, ¡no haga usted eso, hijo mío! ¿No comprende que sería un homicidio? Pero, padres míos, los homicidas son ustedes... ¿no comprenden que me están ahogando? ¡Por Cristo!