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Cuando nace y se engendra la tristeza de alguna causa, puede desaparecer si la causa cesa; pero si la tristeza brota espontáneamente como esas malas hierbas y esos juncos que usted ve al borde del pantano; si está en nosotros; si forma la esencia de nuestro ser mismo; si no se encuentra aquí ni allí solamente, sino en todas partes; si ninguna cosa de la tierra alcanza a darle alivio, entonces... créame usted, niña, el enfermo está desahuciado.

En los abiertos pórticos formaban corro los pastores cuando consagraban a rústicos conciertos sus ocios; platicaban al caer la tarde los ancianos; y frescos grupos de mujeres disponían, sobre trenzados juncos, las flores y los racimos de que se componía únicamente el diezmo real.

La Nela, deteniéndose y deteniendo a su compañero por el brazo, observaba la boca de la sima que se abría en el terreno en forma parecida a la de un embudo. Finísimo césped cubría las vertientes de aquel pequeño cráter cóncavo y profundo. En lo más hondo, una gran peña oblonga se extendía sobre el césped entre malezas, hinojos, zarzas, juncos y cantidad inmensa de pintadas florecillas.

Como seres débiles, intentamos medir la naturaleza con nuestra propia talla; cada uno de sus fenómenos se resume para nosotros en un pequeño número de impresiones que hemos sentido. ¿Qué es el arroyo, sino el sitio hermoso y apacible donde hemos visto correr el agua cristalina bajo la sombra de los álamos, balancearse sus hierbas largas como serpentinas y temblar agitados los juncos de sus islitas?

Por aquel estanque se extiende mansa el agua, creando y desvaneciendo de continuo círculos fugaces; mas, á pesar de los círculos, son las ondas de tal transparencia, que al través de ellas se ve el fondo, aunque está á más de vara y media de profundidad, y en él pueden contarse las guijas todas. En la margen del pequeño lago crecen juncos, juncia, berros y otras plantas acuáticas.

Todavía se enseña al pie del Altabiscar el sitio en que murió el paladín Roldán con sus compañeros, pero las piedras que aplastaron á su ejército tiempo ha que están cubiertas bajo una alfombra de brezos y de juncos.

He visto los restos de uno de aquellos juncos en las playas de la isla Edward Pellews; pero nosotros no vamos a tener miedo de los australianos. Estad, sin embargo, sobre aviso, Capitán. Ya sabéis que son capaces de cortar las maromas y de romper las cadenas de las anclas para que vayamos a embarrancar en las escolleras. Estaremos atentos, Van-Horn.

Despertó, en fin, soñoliento y perezoso, y, volviendo el rostro a todas partes, dijo: -De la parte desta enramada, si no me engaño, sale un tufo y olor harto más de torreznos asados que de juncos y tomillos: bodas que por tales olores comienzan, para mi santiguada que deben de ser abundantes y generosas.

Más lejos, los juncos crecen en apretadas líneas en medio del arroyo sobre un banco que se transformará tarde ó temprano en islote: las ramitas inclinadas vibran por la presión de la corriente en movimientos convulsivos, y cada una de ellas se rodea de olitas, donde la sombra y la luz forman una red que se agita sin cesar.

Cuando el marquesito, por ejemplo, pedía noticias a Clara de las garzas, se imaginaba que el amor salía volando de sus palabras como salen estos graciosos animales de entre los juncos. No solamente, pues, por el cariño profundo que aquélla le inspiraba sino por verse libre de estos celos crueles que le mordían las entrañas experimentó viva satisfacción al saber la noticia.