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El sarcasmo y la rudeza de las palabras del antiguo marino, involuntariamente me hicieron recordar al célebre personaje de la Agonía, drama en que Larra dice por boca de un viejo contramaestre de los que acompañaron á Colón, «que las tormentas en tierra, son truenos que apenas se oyen y gotas de agua que ensucian». El capitán del Batea era un retrato del viejo lobo de la Niña.

Muchas noches despertaban las niñas en sus camas oyendo al otro extremo de la casa el rasgueo de las guitarras, los lamentos del cante hondo, el taconeo del baile; y veían pasar por las ventanas iluminadas, al otro lado del patio, grande como una plaza de armas, los hombres en mangas de camisa con la botella en una mano y la batea de cañas en la otra, y las mujeres con el peinado alborotado y las flores desmayadas y temblonas sobre una oreja, corriendo con incitante contoneo para evadir la persecución de los señores o tremolando sus pañolones de Manila como si quisieran torearles.

Niño, tráete la mía gritó reciamente el señor Rafael al criadillo. No tardó éste en presentarse con otra batea de cañas. El señor Rafael era un viejo de fuerte complexión, seco, moreno, con los cabellos blancos, pero sin faltarle uno solo, vivo de ojos y suelto de ademanes, como un chico de veinte años.

El jugo del gogo levanta en la batea donde se prepara, una blanca é hirviente espuma; su uso es muy frecuente y, general en Filipinas, y sin duda alguna que la frescura que presta á la cabeza y la limpieza que origina, son causa, en gran parte, de que sea sumamente raro encontrar calvos en el Archipiélago.

La mujer de Zarandilla puso la mesa, ayudada por las jóvenes serranas, que habían adquirido cierto aplomo al verse en las habitaciones del amo. Además, el señorito, con una franqueza que las enorgullecía, haciéndolas subir a la cara oleadas de sangre, iba de una a otra con la botella y la batea de cañas, obligándolas a que bebiesen.

Una noche, hallándome, como de costumbre, en coloquio amoroso, se me presentó de improviso un chico, trayendo en la mano una batea de cañas de manzanilla. Acercose a y me dijo: De parte de unos señores que están ahí bebiendo, que haga usted el favor de beber a la salud de la señorita.

A los pocos momentos volvió á entrar seguido de Joselillo, su criadito, quien soportaba una gran batea con cañas de manzanilla y algunos platos con rajas de queso, peje-reyes y camarones. Esta convidada va por , señores. dijo con su gravedad habitual. Á tu salud y á la de la flamenca que está ahí fuera respondió Antoñico en voz alta y apurando una caña.

Nos sirven una buena sopa, un plato de gallina, dos entremeses, una botella de Burdeos inferior; y al llegar á los postres, el elegante garçon entra con una batea llena de primores: porciones de manteca, ruedas delgadas de salchichon, peras, ciruelas, rábanos muy pequeños, dulces y otras curiosidades. Nosotros nos imaginamos ver abiertas las puertas del paraíso terrenal.

Mi querida hermana, hará un sueño espléndido en el cabriolé, como que soy yo quien guiará. En cuanto a que nos quedemos a tomar el , no puedo hablar de eso, porque la muchacha lechera, que se va a casar para el día de San Miguel, lo mismo derramaría la leche fresca en la batea de los cerdos que en los lebrillos.

Por las noches, al conversar con ella al través de una reja, contemplando su rostro de mora entre matas de flores, presentábase el mozo de una taberna cercana llevando por delante una gran batea de cañas de manzanilla. Era el enviado que llegaba a «cobrar el piso»: la costumbre tradicional de Sevilla con los novios que hablan por la reja.