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Caminamos de mañana, y llegamos donde estaban nuestros indios, que se hallaban acampados en una laguna muy grande, cuyas aguas son salobres: pero habiendo cavado algunos pozos, paramos como cuatro horas para que la gente comiese, y bebiesen las caballadas.

Debía estar en el secreto de los destinos de su patria, y esto bastaba para que bebiesen en silencio por el éxito de la guerra. El joven creyó que el consejero y sus admiradores estaban borrachos. «Fíjese, capitán dijo con tono conciliador , eso que usted dice tal vez carece de lógica.» ¿Cómo podía convenir una guerra á la industriosa Alemania?

1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y contra todos mil bebía vino. 2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del Templo de Jerusalén; para que bebiesen con ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.

14 Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por escuchar el mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros, madrugando, y hablando, y no me habéis oído.

Fuera del boliche ahora almacén , unas en espera de sus maridos para que no bebiesen demasiado, y otras al atisbo de los compañeros de sus noches, estaban las bellezas más notables de la Presa, mestizas de tez de canela y ojos de brasa, con cabelleras duras de color de tinta y dientes de luminosa blancura, unas exageradamente gordas; otras absurdamente flacas, como si acabasen de salir de una población sitiada por hambre ó como si una llama interior devorase sus jugos.

La mujer de Zarandilla puso la mesa, ayudada por las jóvenes serranas, que habían adquirido cierto aplomo al verse en las habitaciones del amo. Además, el señorito, con una franqueza que las enorgullecía, haciéndolas subir a la cara oleadas de sangre, iba de una a otra con la botella y la batea de cañas, obligándolas a que bebiesen.

Nos contó cómo había rechazado en la Cava Baja con veintisiete hombres a dos compañías de cazadores, y de qué forma estaba dispuesto a «rendir el último suspiro en holocausto de la libertad». Los chulos que tenía a sus órdenes le llamaban «mi general», cosa que nos tenía encantados, por más que no nos pareciese muy en su lugar que los simples soldados bebiesen en la misma copa que el general y discutiesen con él los planes de campaña.

42 No se acordaron de su mano, del día que los redimió de angustia; 43 cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán; 44 y volvió sus ríos en sangre, y sus corrientes para que no bebiesen. 46 Dio también al pulgón sus frutos, y sus trabajos a la langosta. 47 Sus viñas destruyó con granizo, y sus higuerales con piedra;