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Y dejaba su mano entre las de Fernando, sin resistirse, con la misma tolerancia con que se entrega un objeto precioso al niño enfurruñado, para consolarle. El ingeniero quería olvidar y acariciaba con arrobamiento aquella mano que recordaba, al través de su figura, la potente garra de Sánchez Morueta. La intervención del aña interrumpió su embriaguez amorosa.

Pues pa que vea que me perdonas de veras, dame una bofetada. ¡O me la das o no me voy! ¡Una bofetada!... ¡Bueno estás ! Ya lo que quieres, ladrón: toma y vete en seguía. Sacó por entre los hierros, echando atrás el cuerpo, una mano de suave almohadillado y graciosos hoyuelos. Rafael la cogió para acariciarla con arrobamiento.

»¡Ah! ¡Si yo pudiese estrechar una mano cariñosa en esas horas de mudo arrobamiento que paso de pie ante mi balcón!... ¡si me fuese dable el ver reflejadas en una tierna mirada todas mis impresiones!... ¡si hubiese un alma a quien poder confiar mis pensamientos!... »Pero ¡ay!... mi destino no lo quiere. ¡Estoy condenado a vivir y morir solo!...

La superabundancia de satisfacción casi les hace juiciosos, y están como perplejos, en seráfico arrobamiento, con todo el alma en los ojos, saboreando de antemano lo que han de comer, y nadando, como los ángeles bienaventurados, en éter puro de cosas dulces y deliciosas, en olor de flores y de canela, en la esencia increada del juego y de la golosina.

Un repentino estruendo me sacó de mi arrobamiento, haciéndome estremecer con violentísima sacudida. Había sonado el primer cañonazo. Un navío de la retaguardia disparó el primer tiro contra el Royal Sovereign, que mandaba Collingwood. Mientras trababa combate con este el Santa Ana, el Victory se dirigía contra nosotros.

Mientras me paseaba oía vagamente la sonata que estaba tocando al piano; era una melodía que ejecutada por mi hija me llenaba de gozo el corazón. »Aquel arrobamiento duró como un cuarto de hora. »Complacíame yo en aproximarme a aquella fuente de armonía, y después de deleitarme un instante me alejaba de ella para dar la vuelta al jardín.

La aguardan, la acechan, constituyendo esa espera una de sus más inefables delicias. ¿Quién es capaz de dudar que á su vuelta no sientan como nosotros el arrobamiento del despertar, y con más fuerza, distraídos como estamos por la vida, tan múltiple y variada? Para aquellos seres, la eternidad transcurre en sentir y adivinar, en soñar y echar de menos al gran amante: el Sol.

Antes del invento, el acero se fabricaba en los hornos antiguos por medio del puldeo, un procedimiento más lento y más caro; pero ahora todo el metal para vías férreas, que era el de más salida, lo fabricaban con rapidez vertiginosa. Y el ingeniero describía, con un arrobamiento de devoto, las funciones del admirable convertidor, que simplificaba la industria.

El ruido sordo de las ruedas del coche y el cascabeleo de las mulas contribuían a sumergirla en este arrobamiento. Cuando terminaron, quedó largo rato ensimismada. Por su gusto aquella oración no se hubiera terminado nunca. Pero el joven presbítero se había puesto el sombrero y miraba otra vez por la ventanilla. El paisaje se animaba bajo la claridad rosada de la aurora.

Creía estar años enteros dentro de aquel coche; le parecía haber transcurrido toda una vida desde que salió del Congreso: el recuerdo de la sesión se borraba de su memoria. La contemplaba con admiración, paseando una mirada de asombro por su rostro y su cuerpo. ¡Qué hermosa estás! murmuró con arrobamiento. La misma que entonces. Parece imposible que hayan transcurrido ocho años.