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Actualizado: 18 de junio de 2025


Aún recordaba parlamento y bocadillos de ambas obras, que repetía con énfasis declamatorio, y que Obdulia oía con arrobamiento, arrasados los ojos en lágrimas, dicho sea con frase de la época. Refirió también, y para ello tuvo que emplear dos sesiones y media, el baile de trajes que dio, allá por los años de Maricastaña, una señora Marquesa o Baronesa de No cuántos.

Un elegante carruaje los esperaba a la puerta; y sería inútil tratar de describir a ustedes la turbación y el arrobamiento de la pobre Judit al verse sentada junto a él, en aquel reducido espacio, que hacía la entrevista más íntima y más dulce.

De pronto saltaba impetuosamente, como un muelle que se despliega, como una serpiente que se yergue, y empezaba á bailar casi sin mover los pies, ondulando sus ágiles miembros... Y él sonreía con estúpido arrobamiento, tendiendo la diestra hacia un taburete árabe cargado de botellas. Freya cuidaba de la provisión de licores más aún que de los comestibles.

Santorcaz, después de un rato de silencio y meditación, contuvo su cabalgadura, paróse en mitad del camino, y contemplando con cierto arrobamiento el horizonte lejano, las colinas de la izquierda y los charcos de la derecha, habló así: Estoy asombrado, porque nunca he visto dos cosas que tanto se parezcan como este país a otro muy distante donde me encontraba hace tres años a esta misma hora, en la madrugada del 2 de diciembre. ¿Es mi imaginación la que me reproduce las formas de aquel célebre lugar, o por arte milagroso nos encontramos en él?

Instintivamente, las manos del joven recorrían la desnudez de su amante, marcando sus tesoros bajo la tela blanca y fina; sentía el suave calor, la palpitación misteriosa de aquella carne que había infiltrado en su cuerpo algo de su propia vida en los espasmos de la pasión, en el dulce arrobamiento de la comunión amorosa.

Era una faja de colores palpitantes, que abarcaba a la joven de pies a cabeza, haciendo temblar todo su cuerpo como si estuviese formado con las tintas del iris. ¡Qué bonita! exclamó Maltrana con arrobamiento . ¡Si pudieras verte!... Tienes la falda verde y el pecho azul. Tu boca es de color naranja; una mejilla es violeta y la otra ámbar. Parece que tengas claveles en la frente.

Desde aquel entonces hasta hoy he tenido, ciertamente, alegrías reales y profundas, pero por grandes que hayan sido, no sabría decir si han sobrepujado mucho en intensidad a las que sentí mientras mi inteligencia brotaba de su niebla, como de su crisálida, una mariposa. Pasaba de arrobamiento a arrobamiento, de éxtasis a éxtasis.

La superabundancia de satisfacción casi les hace juiciosos, y están como perplejos, en seráfico arrobamiento, con toda el alma en los ojos, saboreando de antemano lo que han de comer, y nadando, como los ángeles bienaventurados, en éter puro de cosas dulces y deliciosas, en olor de flores y de canela, en la esencia increada del juego y de la golosina.

El magnífico cuanto peregrino espectáculo que ha herido la imaginación aun infantil de nuestra linda y tierna sultana, sálvela Alah, ¿no será explicación bastante para este desmayo o parasismo? ¿Pues estos sentimientos llevados al último punto por el placer de verse la noble esposa del más guerrero, generoso y amable de los sultanes y aquí añadía el orador una cáfila de alabanzas y epítetos, por supuesto sin mezcla de lisonja médica no es suficiente motivo para tal arrobamiento?

La madre estaba encantada, escuchándome con verdadero arrobamiento. El médico del convento era un buen señor, pero no debía de saber gran cosa, porque apenas les decía nada de sus enfermedades ni se producía tan bien.

Palabra del Dia

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