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Una carta del Atlántico estaba sobre la mesa, y con el índice fué marcando un rumbo á su piloto; pero este rumbo no era á través del mar, sino lejos de él, siguiendo el interior de las naciones costerizas. Mañana dijo vienen los franceses á posesionarse del vapor. Puedes irte cuando gustes, pero convendrá que sea lo más pronto posible...

El reloj del Cabildo muestra su enorme esfera iluminada, marcando la hora bendita de la comida; la feísima Pirámide va a quedar pronto sola, hundida hasta las rodillas, aterida de frío, porque el viento del río la consume y la humedad devora la cal y el revoque de su vestimenta; aburrida, porque los figurones en camisa, que la decoran, no la prestan compañía.

Unos iban a Valdepalomero, a La Portillera, a Querá; otros pensaban vadear el Manzanares, cazando audazmente en la otra parte de El Pardo, frecuentada por los tiradores reales: La Atalaya, Los Torneos, Valdelapeña, Trofas y La Zarzuela. Iba poco a poco disminuyendo la masa negra que obstruía el puente. Alejábanse las cuadrillas, marcando su obscura silueta sobre el blanco del camino.

Gabriel se asombraba viendo cómo iba el sabio desentrañando los orígenes intelectuales del pueblo hebreo, que habían servido de base al cristianismo; cómo desarmaba el inmenso retablo ante el cual había permanecido de rodillas la humanidad diecinueve siglos, pieza por pieza, marcando sus diversas procedencias.

La nación callaba, permanecía inmóvil; luego estaba contenta. Terminada ya para siempre la era de las revoluciones, aquel era el sistema infalible de gobernar, con sus crisis concertadas y sus papeles cambiados amistosamente por los partidos, marcando con toda suerte de detalles lo que cada cual había de decir en el poder y en la oposición.

Iba marcando el compás, mentalmente la tarareaba cuando dejé de oírla; me quedó en el alma como un movimiento que se continúa, y vino a ser una especie de ritmo y una melodía sobre la cual involuntariamente adapté una letra.

Entonces los trajes eran singularísimos. ¿Quién podría describir hoy la oscilación de aquellos puntiagudos faldones de casaca? ¿Y aquellos sombreros de felpa con el ala retorcida y la copa aguda como pilón de azúcar? ¿Se comprenden hoy los tremendos sellos de reloj, pesados como badajos de campana, que iban marcando con impertinente retintín el paso del individuo?

El brazo más largo del dique había quedado incompleto á unos cuantos metros del otro brazo que venía á su encuentro desde la orilla opuesta. Las aguas, cada vez más altas, cubrían estos dos muros, marcando su oculta existencia con remolinos y espumarajos.

Recordaba después la alegría de ser levantada como una pluma y estrechada contra el uniforme bordado de oro, y de sentir en la frente y en el cuello el cálido beso del joven padre. ¡Bien, Liette, eres valiente... Después su infancia errante por las guarniciones, recorriendo la Francia y las colonias, del Norte al Mediodía, del Este al Oeste, marcando cada etapa por un galón más.

También acompañó al cadalso a María Antonieta... ¡y qué buena era aquella señora! ¡Cuántas veces la vi marcando pañuelos en una ventana baja del pequeño Trianon! ¡Cómo me quería!... En fin, este joven me ha horripilado con la tal tonadilla... Señora Condesa, ¿está usted indispuesta? ¿Y , hermana? ¡El caso no es para menos!