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Allí se encontraba la joven en plena actividad, yendo y viniendo de un lado a otro, probando las salsas con cierto airecillo de suficiencia, saboreando el caldo, aprobándolo o censurándolo todo. Otro poco de sal, otro de esto, otro de aquello decía la joven . Lesselé, ¿cuándo acabará usted de desplumar ese gallo? A ese paso no concluiremos nunca.

Una noche, después de una cena en un baile, acompañé a una señora que no había tenido inactivo el tenedor, a su asiento, donde se acomodó con voluptuosidad, saboreando una exquisita taza de café. «¿Se encuentra usted bien, señora? Perfectamente; ¡para eso pelearon nuestros padres!». La república es bogotana pura.

Iba caminando lentamente por la de las Infantas, meditando sobre el plan de la noche ó sea el modo de pasarla más divertido, y saboreando un buen cigarro habano, cuando de pronto ¡zas! recibo un fuerte golpe en la cabeza que me hace vacilar; el flamante sombrero de copa fué rodando por un lado y el cigarro por otro.

Entonces vendría la lujuria del cariño, el no dormir para velarle, el contar los minutos para darle a su tiempo los remedios, el espiar el hervor de su respiración y el ardor de la frente y la transpiración de la piel; y los bajos oficios que a otras personas fueran repugnantes y que ella haría gozosa saboreando su triste y voluntaria servidumbre. Le amaba mucho, pero aún le quería más.

Sobre todo, no olvide usted el cabello rubio. Y una vez cumplida esta delicada misión a medida de sus deseos de usted, se dignó usted hacerme dar en la cocina un vaso de vino, que me bebí religiosamente a su salud. ¡En la cocina!... ¡Qué mal trató usted a mi pobre hermano, señorita! Si el vino era bueno, menos mal dijo el cura saboreando su Chateau-Lafitte.

Y mientras ella soñaba saboreando el pasado, entusiasmábase Rafael contemplando el retrato de Brunilda, una hermosa fotografía en cuyo robo había pensado más de una vez. Aquella era Leonora; la walkiria arrogante, la hembra fuerte y valerosa, capaz de darle de bofetadas al más leve atrevimiento y de manejarle como un niño.

Saboreando estaba su contento, cuando un ayuda de cámara abrió la puerta y dijo respetuosamente: Señor, el cocinero mayor de su majestad, solicita hablar á vuecencia. Lerma mandó entrar á Montiño.

La confianza y la alegría renacieron al entrar en el hotel como si entrase en un lugar de asilo. La encontró en la cama, la cabellera esparcida sobre la almohada como una ola de oro, los ojos entornados, la boca sonriente como si la sorprendiera en mitad de un ensueño saboreando sus recuerdos de amor.

»Yo estaba como clavado en el suelo, saboreando la triste satisfacción de oír la defensa que de hacía mi hija, por más que a mi juicio aquello no bastaba, pues habría preferido oírla declarar a Amaury, que tenía necesidad de , como yo de ella, y aún confiaba en que llegaría, a hacerlo; pero lejos de eso contestó: » Tal vez estés en lo cierto; pero no podemos evitar que nos acompañe sin causarle una gran pena, y debemos considerar que, si alguna vez puede ser un estorbo para la expansión de nuestro cariño, en cambio otras completará nuestros recuerdos y nuestras impresiones.

De allí a poco los convidados fueron desfilando repletos de buenos manjares y llenos de curiosidades: ellos saboreando el aromoso veguero, y ellas hablando de los trajes de la duquesa y su hija. Si alguno callaba, era porque lo mal que digería no le dejaba murmurar de lo bien que había comido.