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La muchacha sentía vergüenza de verse tan observada, y no sabía cómo ponerse, ni qué dengues hacer con los labios al llevarse a ellos la cucharilla con leche merengada. «Eso, eso... por ahí duele dijo el ex-coronel, arrimándose al partido de Maximiliano . ¡El alma!... Estos señores materialistas creen que con variar el nombre a las cosas han vuelto el mundo patas arriba».

Jacobo procuraba abrirse paso a través del gentío, arrimándose a la escalerilla de la iglesia; mas detúvose de pronto sorprendido y ocultóse al punto como asustado, detrás de unos mascarones, cubiertos con pingajientas colchas de zaraza atadas por la cabeza, que saltaban delante de él medio borrachos.

Por un movimiento natural los miró Candido con mas atención que á los demas forzados, arrimándose a ellos con lástima; y en algunas facciones de sus desfigurados rostros le pareció que se daban un poco de ayre á Panglós, y al otro desventurado jesuíta, al baron, hermano de Cunegunda.

El amo hizo una seña, y se fué el criado. Otra vez se miráron á la cara los convidados, y creció el asombro. Arrimándose luego el tercer criado á otro extrangero, le dixo: Señor, créame Vuestra Magestad, que no se debe detener mas aquí; yo voy á disponerlo todo, y desapareció. Entónces no dudáron Candido ni Martin de que era mogiganga de carnaval.

Creían, sin duda, que allí estaban refugiados Martín y Bautista y se fueron acercando al árbol. Entonces disparó Martín é hirió a uno en una mano. Quedaban solo tres hábiles, y, retrocediendo y arrimándose a los árboles, siguieron haciendo disparos. ¿Habrá descansado algo su madre? preguntó Martín a la señorita. . Que siga huyendo. Vaya usted también. No, no.

Como quien no hace nada, Benina se apoderó de las dos armas, palo y cuchillo, y arrimándose ya sin temor alguno al desdichado ciego, le puso la mano en el hombro. «Me has partido algún hueso, porque me duele mocha le dijo . A ver dónde me curo yo ahora... No, hueso roto no hay; pero me has levantado unos morcillones como mi cabeza, y el árnica que gaste yo esta tarde me la tienes que abonar.

Dos días después, don Alonso Blázquez Serrano, saliendo de visitar al señor de la Hoz, topaba con Ramiro en la escalera. El mancebo descendió para acompañarle. Cuando llegaron al patio, don Alonso, arrimándose a una columna, como si buscara ocultarse de los lacayos, díjole sin ambages que algunas personas comenzaban a murmurar de sus frecuentes visitas al barrio de Santiago.

Como usted me enseña, señor gobernador pronunció , no hay nada de eso.... Don Pedro, diputado de oposición o independiente o conforme les la gana de llamarle, servirá de tanto a los suyos como la carabina de Ambrosio.... Primitivo, arrimándose a un servidor de usted o al judío, con perdón, de Barbacana, conseguiría lo que quisiese ¿eh?, sin necesidad de sacar diputado al amo.... Y Primitivo, hasta que le dio la ventolera, siempre fue de los míos.... Zorro como él no lo hay en toda la provincia...

¡Cómo! exclamó Peñascales abriendo mucho ojo. En una palabra, deseo demostrar a usted que el Gobierno es buen amigo de sus amigos, revelándole, en confianza, la ocasión de hacer un buen negocio. ¡A ver, a ver! dijo con ansia don Simón, arrimándose más al Ministro.

Arrimándose la armada á ella, descubrimos dos bajeles de remos que estaban surtos en la Cántara, en parte donde les era imposible huir. Estaba Juan Andrea muy malo, y envióle el Duque á decir que ordenase á D. Sancho que fuese á tomar aquellos bajeles, que á lo que se podía juzgar parescían galeotas.