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Cuando la vieja quedaba sola en él, crujían los muebles como si hablasen entre ellos, palpitaban los tapices movidos por su cara oculta, vibraba en un rincón un arpa dorada de la abuela de don Jaime, y ella no sentía miedo nunca, porque los Febrer habían sido gente buena, simple y bondadosa con sus servidores. ¡Pero ahora, después de oír tales cosas!... Pensaba con cierta inquietud en los retratos que adornaban la pieza de recibimiento. ¡Qué cara la de aquellos señores, si habían llegado hasta ellos las palabras de su descendiente!

Corrió la novia a su padre, abiertos los brazos, y el viejo y la niña se confundieron en un abrazo largo, verdadero, popular, abrazo en que crujían los huesos y el aliento se acortaba. Salían de las bocas, casi unidas, entrecruzadas y rápidas frases. Que escribas... cuidado me llamo... todos los días, ¿eh? No bebas agua fría cuando estés sudando.... Tu marido lleva dinero... pedid más si se acaba.

Una fila de damas ocupó un banco, esperando cada una con una caja de fósforos en la mano. Venía corriendo hacia ellas otra fila de hombres con cigarrillos en la boca y las manos atrás. Crujían los fósforos al inflamarse, y una salva de aplausos acompañaba al primero que conseguía volver a su asiento con el cigarrillo encendido.

El sol había derretido su pintura; las tablas se agrietaban y crujían con la sequedad, y la arena, arrastrada por el viento, había invadido su cubierta. Pero su perfil fino, sus flancos recogidos y la gallardía de su construcción, delataban una embarcación ligera y audaz, hecha para locas carreras, con desprecio á los peligros del mar. Hasta de nombre carecía.

Aquellos hombres le hacían preguntas á que no podía contestar. Después se acercaban á él cuatro sayones, le desnudaban, le ataban á la rueda de una máquina horrible, la movían, rechinaban los ejes, crujían sus huesos. El lanzaba gritos de dolor, es decir, ponía en ejercicio sus órganos vocales: pero el sonido no se oía.

Luciana dije muy bajo, ¿es verdad que ha ido usted sola a buscar a Lautrec a su casa de la calle de Jena? Mi prometida se puso tan pálida, que hasta los labios resultaron descoloridos; y al mismo tiempo una horrible sensación de frío corría por mis venas, mis dientes crujían y me parecía que el sol acababa de apagarse. Le juro a usted que nunca he visto a Gerardo Lautrec en su casa.

Los árboles crujían, la tempestad se desencadenaba sobre el miserable grupo y las llamas del ara se lanzaban hacia el cielo como un testimonio del voto. Entrada la noche, calmó la tempestad; los grandes nubarrones se corrieron y las estrellas brillaron centelleando sobre el negro fondo del firmamento.

Los árboles, con la corteza reseca por los ardores del verano, crujían al ser lamidos por las llamas. El edificio estaba ocupado igualmente por una multitud de hombres que obedecían á este jefe. Sus ventanas abiertas dejaban ver un continuo tránsito por las habitaciones.

Feli, despechugada, sudorosa, respirando con dificultad, arrastraba los pies yendo de un lado a otro, abrumada por este calor que era un nuevo tormento. Crujían durante la noche, con chasquidos alarmantes, las maderas de los muebles, las tablas ocupadas por los libros del devoto, sobre cuyos lomos polvorientos movíanse las polillas.

A este grito contestó otro más espantoso, que lanzamos los del tren al ver que nos faltaba la tierra, que nuestro vagón se inclinaba al abismo, que las maderas crujían, que la locomotora caía despeñada arrastrándonos detrás, envueltos en los materiales del terraplén.....