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Al cabo de tres dias, receloso De que la gente está fortalecida, Levó ferro con furia deseoso De hallar pillar en su corrida. Por el parage pasa, presuroso, De Lima, la cosa conocida, El Conde del Villar á Pedro Arana Trás èl envia con gente muy lozana. El enemigo yendo navegando, Y tomando un navio en el camino, Aquello que le agrada mas robando, Al piloto llevarle le convino.

Cuando caminaban hacia casa, Peña le dijo con ruda franqueza: Los padrinos de Villar querían que se cortasen las puntas a los sables; pero yo me opuse. «No, no, dije, conozco bien a don Rosendo, y es hombre que aborrece las niñerías. No se puede jugar con él. Cuando se mete en un lance de éstos, es menester que vaya todo muy serio.

No era éste el único mosquito que zumbaba en torno de las señoritas de la Lage. A las primeras de cambio notó don Pedro que así por los tortuosos y lóbregos soportales de la Rúa del Villar, como por las frondosidades de la Alameda y la Herradura, les seguía y escoltaba un hombre joven, melenudo, enfundado en un gabán gris, de corte raro y antiguo.

El caso había sido muy sencillo: un madrileño que nos conocía de vista, pero que no nos trataba, nos vió llegar á la Estación; el madrileño se lo dijo á un compañero suyo de oficina, que era amigo mío; el amigo mío, que sabía mi intimidad con Losada, fué á casa de éste en nuestra busca; Losada envió en seguida recado al Chantre y á Villar y Macías, y organizóse en el acto una batida general por todas las fondas y casas de pupilos, comenzando por el Hôtel del Comercio.

El Conde del Villar en esto viene Por Virrey, y pensaron que hiciera La guerra; empero, dicen, le conviene Dejarse de esta guerra y cordillera, Que nuevas de Francisco Drake tiene, Que viene muy pujante en gran manera. Diráse en su lugar, porque es flagelo, Que por castigo envia Dios del Cielo.

Finta de una dos a la cara, estocada al pecho y cuchillada a la cabeza decía don Rosendo, engullendo un soberbio trozo de merluza. Pues no lo hubiera usted pasado mejor si llego a hacer una combinación que tenía meditada contesta Villar. Amago la faja ¡pin! Ataco en falso a la cabeza ¡pin! Usted me contesta al brazo ¡pin! Yo hago una dos a la cara ¡pin! Usted contesta a la cabeza ¡ pin!

El combate terminó cuando el sable de Villar, sin intención ninguna, tropezó con la frente de Belinchón. Fué un simple rasguño; pero los padrinos dieron por terminado el lance. Don Rufo colocó un gran pedazo de tafetán inglés sobre la herida. El herido dió la mano noblemente a su contrario. Se envió un telegrama a Lancia, para que lo pusiesen a Sarrió.

Yo vide en Chuquisaca alborotada La cosa, y el Audiencia despachando A Lima ván correos; resguardada La costa, presto fué gente juntando, El Conde del Villar, de mano armada, Con muchas prevenciones, procurando Guardar al gran Señor su tierra sana, Aunque venga la Reina Luterana.

En el mes de Julio de 1492 salieron de España por Benavente para Braganza de Portugal, tres mil i mas personas: por Zamora para Miranda de Portugal, treinta mil: por Ciudad-Rodrigo para el Villar de Portugal, treinta i cinco mil: por Alcántara para Marban de Portugal, quince mil: por Badajoz para Yelves de Portugal, diez mil: de forma que de Castilla sola salieron para Portugal, noventa mil judíos.

Al cabo, Villar se arrojó a levantarlo para herir en la cabeza a su adversario... Pero ¡ca! don Rosendo dió un salto tan prodigioso hacia atrás, que los testigos se miraron unos a otros llenos de asombro. Villar, pasmado también, esperó a que su contrario se acercase de nuevo. Volvieron al lúgubre tic tac.