United States or Palestine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Su marido le rogaba que se recogiera; más ella «tenía harto que hacer para acostarse tan temprano...». ¡Ay!, la tertulia de doña Tula y aquel charla que te charla de Pez y Serafinita, habíanle puesto su cabeza como un bombo... Luego el D. Manuel era capaz de dar jaqueca al gallo de la Pasión con la cantinela de sus lamentaciones. Ya eran tantas sus calamidades que Job se quedaba tamañito.

No obstante la pérfida insinuación de su mujer, monsieur Jaccotot se compadeció de aquella criatura... ¿Qué culpa tenía la pobrecilla?... La trajo a América, mientras la mala madre rodaba por esos mundos, y la educó como si fuera de su sangre... Sentíase orgulloso y amábala como si fuera de su sangre... ¿No era esa Silvia la única sonrisa que él recogiera de la vida?...

Cuando murió Tellagorri, Catalina de Ohando, ya una señorita, habló a su madre para que recogiera a la Ignacia, la hermana de Martín. Era ésta, según se decía, un poco coqueta y estaba acostumbrada a los piropos de la gente de casa de Arcale. La suposición de que la muchacha, siguiendo en la taberna, pudiese echarse a perder, influyó en la señora de Ohando para llevarla a su casa de doncella.

Quise entonces recoger como en un ramillete todo lo más precioso, ó lo que más precioso me parecía, de aquellas flores místicas y ascéticas, é inventé un personaje que las recogiera con fe y entusiasmo, juzgándome yo, por mismo, incapaz de tal cosa. Así brotó espontánea una novela, cuando yo distaba tanto de querer ser novelista.

Esta victoria, aunque costó sensibles pérdidas, elevó en alto grado nuestro prestigio, aparte del rescate de infinidad de cautivos y el cuantioso botín que se recogiera. La fama del triunfo repercutió á las islas más lejanas, y desde Joló doscientas familias solicitaron y obtuvieron establecerse en Zamboanga, donde fundaron el pueblo de Magay.

Llenose de ellos los bolsillos, y es más que probable que dejara caer alguno, que no faltó quien recogiera, porque por la noche, en el teatro, oyó a algunos jóvenes autores y abonados de la orquesta bromear y reírse de una carta que acababan de encontrar y que circulaba de mano en mano.

Trajeron un catre de tijera para que se acostase Mariano, y cuando Isidora le mandó que se recogiera, por ser ya más de medianoche, el maldito muchacho se le plantó delante y le dijo con sus bruscos modos: «Dame dinero. ¿Y para qué quieres dinero, tunante? Acuéstate. Me acostaré; pero yo quiero dinero. Si no me das dinero, no te quiero... ¿Para qué lo necesitas? Para ir mañana a los toros.

Señora, yo las veo; pero.... Pues á me parece que las oigo. En esto se cayó al suelo, desprendido de las manos de la dama, el manuscrito de Silvestre Entrambasaguas. Señora dijo el joven, inclinándose para recogerlo, observe usted que se ha caído este sermón. Déjelo usted exclamó ella con mucha viveza; y tirándole del brazo para impedirle que recogiera el manuscrito, avivó después el paso.

"Maldito sea aquel día en que nacido Yo triste fuí, que nunca yo naciera, O , que nací, que perecido Al punto que nací luego yo fuera: O ya que no lo fuí, el encrudecido Y hondo mar en me recogiera, Y no viera yo aquesta desventura, Teniendo tan dichosa sepultura." "¿Qué tengo de hacer, triste, mezquino, Como podré soldar yo quiebra tanta?