United States or Trinidad and Tobago ? Vote for the TOP Country of the Week !


Su sorpresa fue, pues, grande cuando Jacobo, con la austeridad de un san Pablo primer ermitaño y la fortaleza de un san Antonio en el desierto, se negó rotundamente a salir del hotel, diciendo que había jurado no pisar el impuro suelo de París, que jamás tomaría en la mano una carta y que no pareciéndole ya conveniente marchar a Madrid a causa del cambio político, había decidido salir a la mañana siguiente para Biarritz, donde pensaba intentar una reconciliación con ¡polaina! ¡con su mujer!...

Pues nada, ¡una friolera!... Que en cuanto proclamaron la República, invadió la dehesa una horda de aquellos bandidos, asesinaron al aperador y a tres guardas, y se repartieron las tierras. López Moreno salió para allá corriendo, y estoy inquietísima... No lo que va a hacer... ¿Pues qué ha de hacer? exclamó Diógenes . ¡Polaina!

Sentóse este en la cama alegremente sorprendido, y recobrando con la vida su humor chancero, tiróle a la mujer lo primero que halló a mano, una almohada, soltando un gran grito, un ¡polaina! formidable que la hizo saltar en el sillón despavorida, murmurando algunas palabras en vascuence.

¡Polaina, señá Frasquita!... Si te lo llegas a dar , ¿eh, comadre?... Te desbaratas en treinta y dos partes, lo mismo, lo mismo que un rompecabezas... ¡Saltar así a los sesenta y cinco años!... ¡Polaina!... Pero se acordaba él de otro salto aún más mortal todavía: el que dio cierto barbián amigo suyo, desde el almuerzo de un lunes a la comida de un jueves, sin tropezar siquiera en un garbanzo.

Torció Diógenes un poco la cabeza y balbuceó con ira: ¿Visita?... ¿Quién?... ¿El enterrador?... ¡Polaina!... ¡Que aguarde!... Es una señora... ¿Una señora?... ¡Polaina!

¿Está aquí Ponoski?... Con gusto le vería, pero me voy mañana. ¿Mañana?... ¿Y adónde demonios vas? A Madrid. ¿A Madrid?... ¡Polaina!... ¿A que te peguen un balazo?... ¡Chico, chico!... ¿Se reparte por allí eso?...

Iban en traje de marcha y con todos los arreos de campaña: bota al cinto, ros enfundado, manta liada al cuerpo, y a la espalda morralillo, en cuya blanca tela destacaba limpia y bruñida la tartera para el rancho: en los pies alpargatas, levantada en el empeine la polaina para facilitar el paso, y recogidas en el correaje las puntas del capote, dejando ver los pantalones rojos, que se movían acompasadamente por filas como miembros de una máquina viva.

Los dolores de sus huesos vinieron a revelárselo, y agarrándose a Fritz, trató de levantarse, murmurando: ¡Polaina!... Si parece que me han dado una paliza... Comenzó a andar, sin embargo, sin sentir grave molestia, con el sombrero en la mano, cubierto de polvo, arrastrando por detrás el waterproof, que llevaba terciado al hombro izquierdo.

Volvióse el viajero rápidamente al verle, como para evitar su encuentro, y entróse en el bureau de réception para entregar su tarjeta. Mas el viejo, aligerando el tardo paso y alcanzando al fin al fugitivo, le gritó en castellano: ¡Jacobo! ¡Polaina! ¿Me huyes?... Señal de que traes dinero.

¿Quién es ese goven? preguntó a Diógenes. ¿Goven?... ¡Polaina!... Dos años me lleva a , y tengo sesenta y tres; conque ajuste usted la cuenta. Estiróse la cara de pasmo perpetuo de sir Roberto, y Diógenes acrecentó su asombro, añadiendo muy serio: Ahí, donde lo ve usted, lleva en el cuerpo treinta y dos cosas postizas. ¡Oh, señor de Diógenes! Usted estar un andaluz muy crecido...