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Estas palabras de mi docto amigo me sugieren una idea luminosa y salutífera. Seamos optimistas y pesimistas alternativamente. Las cosas, aunque no crea uno en el determinismo feroz que nos arrastra al vicio y hasta al crimen, y aunque no vea uno siempre desolación y dolor en torno suyo, no están por eso todo lo bien que sería de desear.

Piensa en mis recomendaciones y ten la seguridad de que sólo la preocupación de tu felicidad y situación guía mis actos e inspira la prudencia que te aconsejo. Obra discretamente; pero no te guíes por las apariencias, por excelentes que sean. Adiós, hijo mío. Adiós, madre. Cuando Huberto dejó el sombrío departamento de la calle Astorg, llevaba ideas pesimistas.

Y Muñoz, tras la actitud altiva y seria del semblante, se sentía humillado, abatido, incapaz de afrontarla. No sabes, Charito, continuó Adriana, cuántas ideas pesimistas han pasado por mi cabeza, en estos días... Me puse a reflexionar en la dicha, en la tontera de la vida, en esta ternura que se tiene en el corazón para no qué, para nada.

La marquesa de Villasis triunfaba en toda línea, y las ciento veinte mujeres honradas que reunió aquella noche en su casa y siguió reuniendo todos los viernes vinieron a probar a los pesimistas lo que había dicho ella misma a la marquesa de Butrón en época no lejana: Madrid no es un lodazal...

En el pueblo de Tianì se decía que, cuando menos, cuando menos, el joven iba á ser deportado y muy probablemente asesinado durante el viaje. Los timoratos y pesimistas no se contentaban con esto y hablaban de horcas y consejos de guerra; Enero era un mes fatal, en Enero fué lo de Cavite y aquellos, con ser curas, fueron ahorcados; con que un pobre Basilio sin amparo ni amistades...

¡Vamos p ! dijo Sandoval furioso por la interrupcion y perdiendo el hilo de su periodo; mientras no sepamos nada malo, no seamos pesimistas, no seamos injustos sospechando de la libertad é independencia del gobierno...

AUTOR. Seré lo que a V. se le antoje. Aunque no he tomado a Voltaire por maestro, Voltaire me divierte, y los pesimistas alemanes me aburren. Voltaire, a pesar del Cándido, no era un pesimista radical. Voltaire, en el fondo, era tan optimista como Leibnitz, de quien quiso burlarse. Fácil me sería demostrarlo, si no estuviese de priesa.

Al día siguiente lo primero que hizo el español al levantarse fué buscar los periódicos. Todos se mostraban pesimistas y amenazadores en sus artículos sobre este suicidio, que tomaba la importancia de un gran escándalo parisién, augurando que la Justicia iba á meter en la cárcel á personalidades muy conocidas antes de que hubiesen transcurrido cuarenta y ocho horas.

¿Lo duda usted? ¿Y esos son los principios que usted propaga con sus libros? ¿Y profesando esos principios tiene usted tanta aversión al nihilista? ¿No sabe usted que ustedes los negadores, los pesimistas, son los maestros, los incitadores de todos esos espíritus audaces a quienes no bastan las especulaciones abstractas, sino que traducen en actos, lógicamente, los razonamientos que ustedes predican?

Porque los manchegos son perezosos, indican á su turno los pesimistas que deprimen y calumnian al pueblo español. Ambas disculpas son sofísticas. Donde quiera que en la Mancha se quiere tener agua, no hay mas que cavar un poco y surge á torrentes. Ademas, á corta distancia están las serranías, de cuyas corrientes purísimas puede la industria obtener, por medio de canales, toda el agua necesaria.