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Conozco eso dijo el ruso sin dejarle terminar : el determinismo, la desigualdad, la selección, la lucha por la vida... Los alemanes, tan orgullosos de su valer, construyen sobre terreno ajeno sus monumentos intelectuales, piden prestado al extranjero el material de cimentación cuando hacen obra nueva.

Estas palabras de mi docto amigo me sugieren una idea luminosa y salutífera. Seamos optimistas y pesimistas alternativamente. Las cosas, aunque no crea uno en el determinismo feroz que nos arrastra al vicio y hasta al crimen, y aunque no vea uno siempre desolación y dolor en torno suyo, no están por eso todo lo bien que sería de desear.

Los psicólogos lo mirarían quizás como una víctima del determinismo, pero para el común de mártires era sencillamente un tunante. Tenía agradable aspecto, y no le faltaba inteligencia; mucho lo había amado su mujer, pero él hubo de observar tal comportamiento con ella que la vizcondesa concluyó por profesarle el más completo desprecio.

Zola o cualquiera otro autor de la escuela de Zola, hubiera hecho de la narración de tan horrible historia algo desesperante, antisocial o provocador a la blasfemia. En el ánimo del lector la culpa de todo hubiera aparecido ya en la sociedad mal organizada, ya en un fatal determinismo de nuestra humana naturaleza, el cual determinismo condenaría a la Providencia o la negaría.

Sean cuales fueren los grados que alcance la civilización, lo trágico existirá siempre: el determinismo ha reemplazado sin ventaja, pero tampoco con mengua, la antigua teoría de la fatalidad; y Pablo Hervieu, fiel á las leyes inexorables del derecho y de la lógica, resucita, gracias al Código, la leyenda de Némesis.

El Vizconde, por el contrario, lo explicaba todo por el determinismo; aseguraba que toda persona era como Dios o el diablo la había hecho, y que no había poder en su alma para modificar su carácter y para que las acciones de su vida no fuesen sin excepción efecto lógico e inevitable de ese carácter mismo. Los ejemplos, en mi sentir, nada prueban.

Si hubiese demostrado la ciencia que el mal es irremediable, que por el determinismo se explican los vicios y las virtudes, que la imaginación y la fe deben ya desecharse como facultades anacrónicas y que apenas nos queda esperanza ni en la tierra ni en el cielo, muy desconsolador y diabólico progreso hubiera realizado la ciencia; pero al fin progreso sería y tendríamos que respetarle, y tendríamos que bajar la cabeza y que resignarnos.

El «terror», en Hervieu, como en Maupassant, no se , y he aquí su fuerza; es la fuerza de «Lo otro», de lo que nadie sabe; el poder atrayente y poderoso de los cuartos cerrados, de los viejos retratos, de los cortinajes que el viento estremece suavemente ante la puerta de las habitaciones á oscuras... Un determinismo absoluto y perfectamente razonado rige lo maravilloso en Hervieu.