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El Código de las Partidas, fiel espejo de las costumbres y de las ideas de aquella época, y mas útil para ser consultado bajo este concepto que como norma de la vida pública y privada de los hombres del décimotercio siglo, cuya aquiescencia no obtuvo, nos esplica por qué era tolerada la maligna gente judáica á pesar de estos atentados. «La razon porque la Eglesia, et los emperadores, et los reyes et los otros príncipes sufrieron á los judíos vivir entre los cristianos es esta: porque ellos viviesen como en cautiverio para siempre, et fuese remembranza á los homes que ellos vienen del linage de aquellos que crucificaron á nuestro Señor JesucristoSolo para que se cumpliese la divina promesa de su dispersion y cautiverio se les consentia morar entre cristianos; pero para que de su trato y comunicacion no se originasen males semejantes á los que ahora se padecian, tenian asignado para sus viviendas un barrio separado, con el nombre de judería, y se les obligaba á llevar un distintivo especial.

Por último la plaza de la Judería, de trescientas sesenta y siete varas de superficie: se llama así por que en ella y en algunas calles vecinas habitaron los judíos, quienes por la noche cerraban con grandes puertas el barrio que ocupaban, en el que todavía existe la casa donde residía el caudillo, y que mas tarde ocupó el Rey D. Alonso; siendo digno de particular mención el techo de madera de la habitación principal por sus notabilísimas pinturas de figuras, monstruos, sierpes, toros con estrella y alguna que otra representación quimérica, pinturas que han llamado estraordinariamente la atención de cuantos curiosos y amigos de antigüedades han ido a examinar aquella casa, hoy ocupada por la honrada familia de un tejedor.

San Fernando dejó á los rabinos en posesion de la grande judería que tenian en la ciudad de Sevilla con tal que le pagasen los mismos tributos que ellos solian dar á los reyes moros.

La señora sale y al rato vuelve, habiendo hecho el desembolso necesario para llenar el deseado requisito. ¡Aquí está, señor! ¿Podría decírmela?... , señora. "Previa reposición de sellos, no ha lugar y archívese." ¡Pero señor, qué escandaloso! ¿En qué tierra vivimos? ¿Es posible que haya gastado tantos pesos para tener semejante resolución? ¡¡Esto es una pillería, un robo, una judería !!

También recibieron la muerte los judíos que solicitaron del rei el albalá, encubriendo el nombre de la persona contra quien se iba á dirigir i un merino de la judería de Burgos sufrió igual castigo por cómplice en el trágico suceso de don Juzaf.

De allí pasaron á la Judería mayor; pero no con igual suceso, porque apercibidos los de dentro se pusieron en defensa con grande bizarría; i luego con el favor de muchos caballeros que tenian la voz del rei, hicieron retirar á los que llevaban la del maestre.

Por otra parte, así por la tradición, como por un Libro manuscrito del Doctor don Francisco Montaner y Font, que vivió en este siglo, consta que todo este espacio hoy dicho de la Calatrava y calle de Montesión hasta el Call, se llamaba y era la judería, que sería población de más de trescientas casas y no parece sin fundamento, que habría otra partida de ellos, junto a la otra sinagoga que dijimos, es hoy la Iglesia de la Misericordia, pues haberla hecho allí, persuade que tenía allí vecinos, que la franqueaban.

Fronteras á la parte oriental del Templo metropolitano, hallábanse en el siglo XIV las casas en que moraba el Arcediano de Ecija, Fernan Martínez «varón de exemplar vida, pero de zelo menos templado que conviniera» el cual predicando al pueblo contra los males que acarreaban los judíos que vivian en el reino, dió lugar á que la plebe se concítase contra ellos, produciéndose sangrientas escenas en la judería sevillana, que no pudieron evitar Don Alvar Pérez de Guzmán, Alguacil Mayor de Sevilla y el Conde de Niebla acaecidas en el año de 1391, según Zúñiga.

Continuóse por algunos días con singularísimas demostraciones de gozo en toda la Ciudad la función sagrada de bautizar a todos, sin quedar, ni de los que estaban en la cárcel, ni de los que se habían hecho al monte fugitivos, ni de los que por otros accidentes se hallaban ausentes de la Ciudad, Judío alguno, que no se bautizara: de manera que quemados los Talmudes y otros libros y alhajas de la sinagoga, concluyen dichas memorias con afirmar, que ahora ya ni hay judería, ni Judíos, pues todos se han hecho Cristianos; por donde dice el Ilustrísimo Obispo: Podemos decir con ellos, lo que aquel Santo Varón Simeon dijo teniendo en sus manos al Redentor de la vida, prometido en la ley y anunciado por los Profetas, que había de venir, para la salud del mundo: hoy enviais Señor en paz a vuestro siervo; pues han visto mis ojos vuestra salud, y la lumbre, y la Gloria de vuestro pueblo Cristiano.

Charlan, se ríen a más y mejor. ¡Es tan divertido ver zurrarle la badana a un judío!... En medio de la zambra y del humo, me acerco despacio a la puerta; siento deseos de ir a rondar un poco por la judería, para saber qué impresión ha producido a los correligionarios del Iscariote la afrenta hecha a su hermano... Venga a comer esta tarde, señor me grita el bueno de Sid'Omar.