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Y Dešÿ lo ovierõ crucificado, repartierõ šus veštidos echando šuertes: paraÿ še cumpliešše loÿ fué dicho por el Propheta, Repartieronše mis veštidos, y šobre mi ropa echaron šuertes. Y guardavanlo šentados alli. Y pušieron šobre šu cabeça šu cauša ešcripta, ESTE ES IESVS EL REY DE LOS IVDIOS. Entonces crucificaron con el dos ladrones: uno

Y á propósito, ya que de la muerte de Nuestro Señor nos hablas, juro que no puedo pensar en ello sin desear que aquel bribón de Judas Iscariote, que por la cuenta debió de ser francés, hubiese venido por estas tierras, para tener el gusto de pegarle cien flechazos, desde los pies hasta la coronilla. Y no fueron menos canallas los que crucificaron á Jesús.

El Código de las Partidas, fiel espejo de las costumbres y de las ideas de aquella época, y mas útil para ser consultado bajo este concepto que como norma de la vida pública y privada de los hombres del décimotercio siglo, cuya aquiescencia no obtuvo, nos esplica por qué era tolerada la maligna gente judáica á pesar de estos atentados. «La razon porque la Eglesia, et los emperadores, et los reyes et los otros príncipes sufrieron á los judíos vivir entre los cristianos es esta: porque ellos viviesen como en cautiverio para siempre, et fuese remembranza á los homes que ellos vienen del linage de aquellos que crucificaron á nuestro Señor JesucristoSolo para que se cumpliese la divina promesa de su dispersion y cautiverio se les consentia morar entre cristianos; pero para que de su trato y comunicacion no se originasen males semejantes á los que ahora se padecian, tenian asignado para sus viviendas un barrio separado, con el nombre de judería, y se les obligaba á llevar un distintivo especial.

La primera fue cuando con bárbara rabia trataron inícua y blasfemamente una sacrosanta Hostia consagrada, que siempre milagrosamente se conservó ilesa, a pesar de su rabia y su furor; la otra cuando en odio de Nuestro Redentor JESUCRISTO crucificaron a un inocente, ejecutando en la imagen viva lo que en el representado no podían sino en la complacencia obstinada de lo que sus mayores hicieron.

Después se enderezó; y mirando valientemente a los ojos mismos, grandes, negros y melancólicos, de su interlocutor, respondiole: En eso de rumores públicos, ¡es tan difícil saber a qué atenerse! ¡Se abusa tanto de ellos!... A Cristo le crucificaron, conque figúrese usted. Y Ángel tuvo que sonreírse, porque a ello le obligaron esta salida y la singular expresión de que fue acompañada.

Y cuando el Galileo se transfiguró y se cernió en la luz increada con los dos profetas Moisés y Elías, desde el monte Thabor se elevó. Cuando murió entre dos ladrones, en la cima de una montaña le crucificaron, y cuando vuelva, según la profecía, rodeado de santos y de ángeles, y asista al castigo de sus enemigos, también lo hará en una montaña, pero al tocarla con la planta la romperá.