United States or Uzbekistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Te aceptaría como un camarada de dolor, y como no me eres indiferente, tal vez acabase por ceder á lo que deseas. Y eso sería horrible, más horrible aún que lo otro; uno de esos atentados que cometen contra las leyes naturales los que están enloquecidos por la pasión... No me busques; no quiero verte. Tengo la certeza de que he matado á mi hijo.

Cuando los tristes presentimientos del jardinero comenzaron a cumplirse y Mendizábal decretó la desamortización, el señor Esteban creyó morir de rabia. El cardenal Inguanzo procedió mejor que él. Arrinconado en su palacio por los liberales, como su antecesor lo había sido por los absolutistas, tomó el partido de morirse, para no presenciar tantos atentados contra la fortuna sagrada de la iglesia.

Por los crímenes de los esposos, por las negligencias de los padres, por las faltas de los hijos. Perdón, Señor. Por los atentados contra el Romano Pontífice. Perdón, Señor. Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos y sagradas vírgenes. Perdón, Señor.

Un año, Urquiola, siendo estudiante del último curso, se había cubierto de gloria sustentando un tema propuesto por los maestros tras larga deliberación. «¿Los Borbones, subiendo al cadalso en Francia, expiaron los atentados de su familia contra la Compañía de Jesús?»... Urquiola sostuvo la afirmación, demostrando que la guillotina había sido un medio indirecto de Dios para castigar á los reyes que osaron expulsar de sus dominios á los jesuítas. ¡Muerte é infierno para los que se atrevían á perseguir á los verdaderos representantes de Jesús!... Su contradictor mantuvo opiniones de dulzura y olvido, objeciones humildes y tímidas, preparadas por los maestros.

Afortunadamente, ignoraba que era él quien había favorecido con su ayuda á los asesinos de su hijo... Y la convicción de que nunca llegaría á saberlo le hacía admitir sus palabras con una humildad silenciosa: la humildad del criminal que se oye acusar de un delito por un juez que ignora otros atentados todavía mayores. Cinta terminó de hablar con un tono desalentado y sombrío.

Siempre te creí inocente. ¡ tan bueno, tan dulce, que de pequeño nos asombrabas a todos con tu bondad; que ibas para santo, como decía nuestra pobre madre!, ¡matar ! ¡Y tan traidoramente, por medio de artefactos del infierno...! ¡Jesús! Y el Vara de palo calló, como aterrado por él recuerdo de los atentados en que habían envuelto a su hermano.

No hay en nuestro mar un solo navegante honrado que no conozca ese pecadillo... ¿A quién se hace daño con ello?... El único que podía quejarse era el Estado, vaga personalidad que nadie sabe dónde habita ni qué cara tiene, y que sufre diariamente un millón de atentados semejantes.

Los bárbaros atentados á la cultura pública y á la dignidad nacional, realizados por los que proceden movidos por instintos feroces, obligan á todo hombre civilizado á defender su derecho vulnerado en los derechos de todos; para acudir con el arma al brazo á ser de los primeros en tomar puesto en las filas de la defensa nacional.

Protesto que no. Todas sus creaciones subsisten, salvo las que la barbarie de Rosas halló incómodas para sus atentados.

Meléndez castiga severamente al degenerado joven, pero cree al mismo tiempo que ningún hijo es capaz de cometer tales atentados contra su padre, é intenta averiguar de Elvira si ha sido otro el que lo engendró. Espíala en sueños, y sabe entonces la afrentosa astucia de su alférez Gómez de Melo.