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Su óptico, M. Luna, apresurose a pedirle mil perdones, enviándole unas gafas nuevas, que se rompieron también por igual sitio antes de transcurrir veinticuatro horas. Otras terceras sufrieron la misma suerte; trajeron por cuarta vez otras nuevas, y les ocurrió en seguida otro tanto. El óptico no sabía ya cómo excusarse.

Obdulia, con ocasión o sin ella, visitaba a su confesor, vigilaba su bienestar doméstico, unas veces arreglándole la ropa, otras enviándole algún plato de su gusto, etc. Esto indignaba de un modo indecible a D.ª Josefa. La odiaba a par de muerte. Decía de ella perrerías en todas partes, y por causarle daño, estuvo a punto de comprometer varias veces a su amo.

Por último, todo ese paisaje esplendente se ve encuadrado por las montañas de la Sierra-Nevada, donde en la cima de los anfiteatros de colinas y planos inclinados, y sobre inmensos pedestales abruptos de granito y mármol se destaca, como el lomo fulgurante de un mar de plata, el cordon de eminencias coronadas de nieve perpetua, que parece estar enviándole á la Europa los reflejos del sol abrasador de África.... En uno de esos anfiteatros de cerros se nota el del Suspiro del Moro, desde cuya cima dicen que el vencido Boabdil lanzó la última mirada y el postrer adiós á la gentil Granada, ya conquistada por las huestes de Isabel y Fernando....

Tuvo que forcejear contra una cosa dura que crujía, enviándole al rostro un caño de sangre. Luego, al serenarse, vió que había metido el arma por la boca de su adversario, rompiéndole las vértebras. Conocía también el revólver, pero no era tirador.

Recordó un sinnúmero de antiguas é inconfesables amistades que tenía en Barcelona: mujeres que había conocido en otros tiempos, entre dos viajes, sin pasión alguna, por su curiosidad de vagabundo ansioso de novedades. Tal vez una de ellas le había visto en la Rambla, enviándole á esta intermediaria para reanudar viejas relaciones.

Tiembla por todo y por todos. Está alarmadísima ante la idea de que el nuevo gobierno considere inexistente a su marido como ministrable: destituya al yerno empleado; declare disponible al diplomático; y, por último, haga salir de la oficina al ingeniero, enviándole a ejecutar obras y realizar mensuras y planimetrías en los desiertos. ¿Pero qué va a pasar aquí, Marianela? ¿ no sabes nada? Nada.

Después, viendo el Palacio o Viña de los Médicis, que esta en la Trinidad del Monte, y pareciéndole el sitio a propósito para estudiar y pasar allí el verano, por ser la parte más alta y más airosa de Roma, y haber allí excelentísimas estatuas antiguas de que contrahacer, pidió al Conde de Monterey, Embajador de España, negociase con el de Florencia le diesen allí lugar, y aunque fue menester escribir al mismo Duque, le facilitó esto y estuvo allí más de dos meses, hasta que unas tercianas le forzaron a bajarse cerca de la casa del Conde, el cual, en los días que estuvo indispuesto, le hizo grandes favores, enviándole su médico y medicinas por su cuenta, y mandando se le aderezase todo lo que quisiese en su casa, fuera de muchos regalos de dulces, y frecuentes recuerdos de su parte.

Y ¿por qué no ha de ser cierto lo que afirma? preguntole Nieves vuelta un poquito hacia él y enviándole las palabras bajo los fuegos de una mirada firme y serena. Porque no puede ser respondió Leto con su correspondiente serenidad ; porque no hay razón para que lo sea; y, en cambio, hay una de mucho peso para que resulte mentira.

Plantáronse rosales blancos alrededor de la tumba porque Magdalena había tenido siempre gran afición a las rosas blancas y el doctor daba a su hija esas flores a fin de que en vida y muerte su cuerpo siempre fuese todo rosas. Cuando todo acabó, el doctor se despidió de su hija enviándole un beso y diciendo a media voz: Hasta mañana, hija mía... Hasta mañana... y para no separarme ya de ti.

El subteniente se marchó, y toda la familia, después de este período de realidades, tuvo que volver á las caricias engañosas de la ilusión y la esperanza, aguardando la llegada de las cartas, haciendo conjeturas sobre el silencio del ausente, enviándole paquete tras paquete con todo lo que el comercio ofrecía para los militares: cosas útiles y absurdas. La madre cayó en un gran desaliento.