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Cruenta y terrible fué la lucha, tan larga, tan encarnizada que aun hoy día conserva memoria de ella la tradición y entre los montañeses de la comarca se conoce el teatro de la hecatombe con el nombre de la "Roca de los Ingleses." Mas no cedieron éstos al segundo asalto.

Cuando se hallaba más extasiado, dejando resbalar por la garganta alguna complicada fioritura o fermata, un mugido horrísono se la estropeaba sin piedad, dejándole perdido y anegado para un buen rato. Volvía a sacar la cabeza el fabricante con una nota tierna y de efecto seguro... ¡Zas!, el órgano, como una fiera encarnizada, caía sobre ella y la desbarataba.

La lucha fue silenciosa, encarnizada, mortal. De sus peripecias conservo escaso recuerdo, pero que Dechard manejaba la espada tan bien como yo; mejor aún, porque conocía más tretas y golpes secretos, que le permitieron acosarme y hacerme retroceder hasta la reja que guardaba la entrada de la «Escala de JacobApareció en sus labios una sonrisa y su espada me atravesó el brazo izquierdo.

Amat entró solo en la cárcel, y recibido a pedradas, contuvo con su espada a los rebeldes. Al otro día ahorcó docena y media de ellos. Como se ve, el hombre no se andaba con repulgos. Amat principió a ejercer el gobierno cuando hallándose más encarnizada la guerra de España con Inglaterra y Portugal, las colonias de América recelaban una invasión.

A menudo, arrullado por los gritos de los contendientes, el Anfitrión se quedaba dormido; pero cuando no se dormía, o bien cuando despertaba y veía a su mujer y a Pedro Lobo enfurecidos ambos y en la más encarnizada contienda, se apuraba y hasta se asustaba, porque era hombre conciliador y benigno; procuraba ponerlos en paz; y agarraba la mano de él y la mano de ella y los atraía para que se las diesen, aconsejándoles que echasen pelillos a la mar, para lo cual pronunciaba también su discurso, buscando y quizás hallando un juicioso término medio entre las dos opuestas doctrinas.

No necesitaba consejos, pero ¡ay! cuando llegaba por la noche a la casa de su amada, cuando se veía en aquel dormitorio que parecía exhalar el mismo perfume de Leonora, como si hubiera absorbido en sus muebles y cortinas la esencia de su cuerpo, sentía los efectos de aquella murmuración encarnizada, de la curiosidad de toda una población fija en ellos.

Además, unido firmemente el barco pirata al Galeón por el ancla de éste, pasaron á bordo del normando el señor de Butrón y cincuenta veteranos, en persecución de los fugitivos. Á estribor continuaba encarnizada la lucha. El genovés y sus secuaces se defendían con vigor, retrocediendo paso á paso ante los furiosos ataques del barón de Morel, Roger, Reno y sus arqueros.

Pero conocí, sin embargo, que aquella larga perspectiva de cuidados, de trabajos y de lucha encarnizada contra la mala fortuna, la entristecía, como era muy natural.

La lucha se fué haciendo cada día más encarnizada. Por otra parte, los acreedores de Osorio, defraudados en sus esperanzas, empezaban a revolverse contra él y amenazaban dejarle arruinado. Es fácil representarse la agitación, la violencia, el malestar que reinarían en el hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.

Era un joven de rostro en extremo inteligente, en demasía inteligente, de largos cabellos de poeta y de manos finas. Hablaba con mucho trabajo, como si se viera obligado a vencer, a cada palabra, la resistencia encarnizada del aire. En su dulce voz se adivinaba el sufrimiento: Es muy triste todo esto dijo a Karaulova . La comprendo a usted y la miro con simpatía.