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Estas peripecias y otras análogas duraron tres días, hasta que, vueltos los expedicionarios al llano, encontraron una regular temperatura, mejores caminos y un sol radiante.

En fuerza de imaginar luctuosas peripecias, el pecho se le colmaba de impulsos vehementes, a manera de necesidad perentoria de acción, y acción cruel. Era menester que se libertase de aquellas ansias agresivas, que cada día le hostigaban con redoblada tenacidad, o, de lo contrario, perdería en una mala hora la cabeza y haría una barbaridad.

Entonces se piensa con fruición hasta en las peripecias, en los horrores de un incendio repentino de la casa; en la enfermedad del profesor de Geografía, o en la prisión de la directora por mandato del Gobierno...; en fin, en todo lo que pueda ser causa de que se altere y descomponga, de cualquier modo, la máquina de aquel reló de piezas humanas.

Hacía mucho tiempo que Tragomer y Marenval no fumaban, suspendidos por el interés ardiente de aquel drama al que estaban mezclados tan de cerca y cuyos resortes secretos sabían mejor que el mismo protagonista. Se produjo un largo silencio durante el cual Jacobo se repuso de la emoción que le había producido el recuerdo de las peripecias de su historia.

Temeroso mi padre del daño que pudiera causarme, me tiene prohibido cazar en toda la parte del bosque situada al norte del camino de Munster; pero esta mañana mi valiente halcón dió caza á una garza enorme y mi paje Rubín y yo olvidamos por completo el camino que seguíamos y la distancia recorrida, sin pensar más que en las peripecias de la caza.

»De la historia de la enferma, pasó luego a la de la enfermedad, enumerando una por una todas sus peripecias, analizando todos sus fenómenos, mostrándoles la muerte en el pecho de su hija, haciendo, por decirlo así, la autopsia de aquel cadáver viviente con tanta claridad, con tanta precisión, que hasta yo, completamente ajeno a la medicina, podía seguir paso a paso los progresos de aquella destrucción que me llenaba de horror.

Pero, ¡quiá!: los alzados no detienen nada, y todas las peripecias de mi viaje desde la siempre fiel á la siempre rebelde se redujeron á tres ó cuatro momentos de pánico, pronto disipado, y á una serie que parecía interminable de escenas cómicas, la primera de las cuales se desarrolló en Villanueva y la última en la estación de esta ciudad.

Para todo el mundo se llamará sir Herbert Carlton; para usted, Jacobo de Freneuse. ¡Dios mío! ¿Qué intentan ustedes? preguntó miss Maud con inquietud. Ya lo verá usted. Puesto que este asunto le apasiona, va usted á asistir á una de sus peripecias más importantes. Usted me incitó á arriesgarlo todo para salvar á mi amigo; ahora es preciso que me ayude á llegar hasta el fin, suceda lo que quiera.

Hambrienta como toda persona débil, como todo organismo pobre, de excitaciones, novedades y acontecimientos, divirtiole en extremo la relación nueva de Lucía, y las raras peripecias de su viaje, y el registro de sus galas de novia, que visitó sin perdonar una, examinando los encajes de cada chambra, los volantes de cada traje, las iniciales de cada pañuelo.

La lucha fue silenciosa, encarnizada, mortal. De sus peripecias conservo escaso recuerdo, pero que Dechard manejaba la espada tan bien como yo; mejor aún, porque conocía más tretas y golpes secretos, que le permitieron acosarme y hacerme retroceder hasta la reja que guardaba la entrada de la «Escala de JacobApareció en sus labios una sonrisa y su espada me atravesó el brazo izquierdo.