United States or Cabo Verde ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y el pícaro Anticristo la miraba, echándose el fusilillo a la cara con infantil gracejo, y ¡zas!, disparaba un tiro que la dejaba muerta en el acto; acudían otros chicos, camaradas de Riquín, y entre risotadas y gritos la cogían y la arrastraban por las calles. Gran algazara y befa de la multitud, que decía: «¡La marquesa, la marquesa!».

Bueno; aguardaría a llegar a aquella esquina, y una vez en ella, ¡zas! soltaba su demanda, aunque cortase a Tónica en lo mejor de sus confidencias. Ya estaban en la esquina. ¡Allá va...! Pero no; no hablaba. Iba tras ellos un señor por la acera, resguardándose de la lluvia; podía oír su declaración... ¡y quién sabe de lo que son capaces esas gentes burlonas, que miran el amor como cosa de risa!

Mi padre comenzaba a hablar, pensándolo mucho, y a lo mejor ¡zas! una aleluya. «Apolonio: mira lo que hablas, que te castigo sin postre», amenazaba la señora.

Cuando puedas... Si ahora no tienes que hacer... Quisiera que no se enterasen... Descuide usted, señorita respondió la morenita pálida sonriendo con amabilidad; nadie sabrá una palabra. Su mamá me va a mandar por almidón, y a la vuelta, ¡zas! me encajo allá. Al recibir Gonzalo el recado, sintióse acometido de punzantes remordimientos. Comenzó a pasear agitadamente por su cuarto.

¿Qué ha de ser, señor Fígaro, sino que yo he puesto un artículo en un periódico, y no bien le había leído impreso, cuando, zás, ya me han contestado? ¡Oh! Son muy bien criados los periodistas le dije no saben lo que es dejar a un hombre sin contestación. , señor; pero de buenas a primeras, y sin pedirme mi parecer, dan en la flor de decirme que es mi artículo un puro disparate.

No debía meterse entre él y la barrera. Convenía que guardase franca la salida. Otros, más entusiastas, excitaban su atrevimiento con audaces consejos. Suértale una de las tuyas... ¡Zas! Estocá, y te lo metes en er borsiyo. Era demasiado grande y receloso el animal para que se lo pudiera meter en el bolsillo.

Casi a gatas, como un trapero que hurga en los rincones, recogía los puchos, jurando cuando no encontraba o la cosecha era escasa. ¡Estos bolsistas hasta los puchos pierden en la rueda! murmuraba. Y volviendo a su idea de hacer justicia, como él la entendía, añadió: ¡Vaya si lo hacía, y qué bien hecho estaría! ¡zas! ¡zas! y ¡zas! no hay otro remedio.

Que me hace falta leche, una vaca humana, ¡zas!, si no quieres dar de mamar de grado a mi chiquillo, le darás por fuerza. Pero le estoy escandalizando a usted. Usted no piensa como yo, de seguro, en cuestiones sociales. No señor; no me escandalizo contestó apaciblemente Julián . Al contrario.... Me dan ganas de reír porque me hace gracia verle a usted tan sofocado.

El apoderado pretendía infundir ánimos a su matador, aconsejándole, como siempre, que se fuese recto al toro... «¡Zas! estocada y te lo metes en el bolsillo»; pero al través de su entusiasmo notábase cierto desaliento, como si empezara a cuartearse su fe y dudase ya de si Gallardo era «el primer hombre del mundo». Tenía noticias del descontento y la hostilidad con que le acogían los públicos.

El estaba convencido: trabajar, no podía, de ninguna manera; sujeto a un sueldo, sin porvenir, vegetando, aunque no tuviera que mover los brazos, como Jacinto, tampoco... Soy más canalla de lo que yo creía se dijo; me parece que tengo miedo, y por eso me vienen estas ideas de encadenarme a la vida... ¿miedo de qué, estúpido? si es cuestión de un momento: se mueve el dedo y ¡zas! ya está.