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Ya no le cortaría la respiración el miedo de que apareciese el funesto cobrador de la tienda cuando Bringas estaba en la casa. Recobró el apetito que había perdido, y sus nervios se tranquilizaron. Es que, la verdad, hallábase por aquellos días bajo la acción de un trastorno espasmódico que simulaba una desazón grave, y le costó trabajo impedir que su marido llamara al médico de Familia.

El marido lucha con los demás hombres por nuestra vida y por la prole común. Un día llega un poco irritado a casa; quizá tiene una intemperancia, un gesto agrio, fruto de su desazón. Seamos sedante, y que nuestra palabra dulce y animosa le haga olvidar los disgustos y penalidades en el tráfago de la vida. Yo tuve una vez un pequeño disgusto con mi marido por una futesa, por una nonada.

Resolvíase luego la punzada en dolor gravitativo, extendiéndose como un cerco de hierro por todo el cráneo. El trastorno general no se hacía esperar, ansiedad, náuseas, ganas de moverse, a las que seguían inmediatamente ganas más vivas todavía de estarse quieto. Esto no podía ser, y por fin le entraba aquella desazón epiléptica, aquel maldito hormigueo por todo el cuerpo.

Tenía escalofríos, dolor de cabeza y ganas de bostezar a cada momento. Conociole doña Lupe en la cara la desazón, y le preguntó con gran interés: «¿Tienes ascos, mareos...?». No lo que tengo; pero me acostaría de buena gana.

Estas cosas... no sabe una cómo tratarlas... Depende de la cara que pongan; a lo mejor salen con aquello de «vuelva usted...». Me voy, me voy; ya me entra la desazón... tardaré... pero no tarda quien a casa llega... Sobre todo si no trae las manos vacías. Vete, hija, vete, y el Señor te acompañe y te afine las entendederas. Si yo tuviera tu talento, pronto saldría de estas trapisondas.

Los síntomas de irritacion tienen un carácter erético y congestivo poco persistente, aproximándose á la accion del arsénico por la sensacion de quemadura que acompaña á las congestiones y á los dolores, por la desazon general, por el decaimiento rápido de las fuerzas, por el prurito en la piel y la irritacion de las mucosas de los sentidos, por ciertas erupciones petequiales, por el aniquilamiento de las fuerzas musculares, por la facilidad, en fin, á resfriarse, en el momento en que la inflamacion parece dominar.

Siguieron otro rato en silencio, y don Melchor, dándose una palmada en la frente, exclamó: ¡Ya lo que tienes! ¿Qué? Mal de la tierra. A me ha pasado siempre lo mismo. Cuando saltaba en tierra después de algún viaje ¡me entraba una desazón, una tristeza, un deseo tan grande de volverme a bordo! Duraba dos o tres días hasta que me iba acostumbrando.

Para acabar de ponerle de mal humor, el tío Manolo recibió una carta del director del colegio noticiándole que Miguel se descuidaba mucho en sus estudios hacía ya algunos días. Esto ocasionó una muy fuerte desazón entre tío y sobrino.

A la media hora la pobre niña descansaba tranquila, y su mamá se fue a dormir al sofá del gabinete, porque la cama despedía fuego. Antes quiso dar parte a su marido de la desazón de la niña. ¿Lo de siempre? preguntó él desde el embozo de la única sábana con que se cubría. , lo de siempre, pesadilla, convulsiones; ha sido de los ataques más fuertes. Por fin se ha tranquilizado. ¡Pobre ángel!

Si yo cayese en la tentación de hacerme espiritista y de dar fe a la palingenesia, metempsícosis, o como quiera llamarse, imaginando que renacemos en otros astros y mundos de los que pueblan el éter insondable, entendería que la mujer siempre quedaba mujer; pues tendría yo una desazón grandísima si me volviese a hallar, en Urano o en Júpiter, con la linda señora, a quien hubiese amado en nuestro planeta, aunque fuese de un amor más platónico que el de Petrarca por Laura, convertida en caballero o en algo equivalente, según los usos de por allá.