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El Condesito y ella quedaron, en apariencia, al menos, muy amigos. Tuvo él que venir a Madrid para negocios, y prometió a Elisa ir a Biarritz a pasar el verano. Ocurrió, estando en Madrid el Conde, la aparición de doña Beatriz y de Inés en los Jardines del Buen Retiro; el empeño del Conde en conocerlas y tratarlas, y cuanto a la larga hemos ya referido.

La semejanza que presentan entre las diátesis escrofulosa y sifilítica, como se observa entre ciertas formas de la escrófula y algunos fenómenos remotos de la sífilis, conduce naturalmente á tratarlas por este medicamento . La sífilis antigua degenerada, y ciertos accidentes ocasionados por el abuso del mercurio y del iodo, se combaten tambien con el oro cuando hay periostitis, dolores osteócopos, neuralgias congestivas, éstasis sanguíneos, lesiones de la faringe y de las fosas nasales.

» Cierto, cierto la dije, acariciando una de sus manos, que había cogido entre las mías , y yo soy una imprudente, una egoísta, preguntando esas cosas... Ya vendrá tiempo de tratarlas como se debe; y para que llegue cuanto antes, voy a salir en seguida... Porque ya te dije que iba a salir..., ¿lo has olvidado? » No. »En esto avisaron que el coche aguardaba.

Por eso le decía a menudo Pepe Castro, su amigo y confidente, que se hiciese valer un poco más; que no se manifestase tan rendido ni ansioso; que a las mujeres hay que tratarlas con un poco de desdén. Este Pepe Castro no sólo era el amigo y el confidente de Maldonado, pero también su modelo en todos los actos de la vida social y privada. Imitábale en el vestir, en el andar, en el reir.

Pero figúrese usted que me ve: toda una madre de familia: me pongo muy seria, riño mucho, las castigo con tratarlas secamente, y las premio con un beso. ¡Ah! ¡Ah! Y paso buenamente la vida: no si es soberbia, pero se me figura, creo que el magisterio cuando se ejerce sobre niños es un sacerdocio que impone sagrados deberes; ¡y es tan dulce el cumplimiento del deber!

Pero tan buenas, y serviciales fueron, tan apretaditas se sentaban siempre las tres, sin jugar, o jugando entre , en la hora de recreo; con tal mansedumbre obedecían los mandatos más destemplados e injustos; con tal sumisión, por el amor de su madre, soportaban aquellos rigores, que las ayudantes del colegio, solas y desamparadas ellas mismas, comenzaron a tratarlas con alguna ternura, a encomendarles la copia de las listas de la clase, a darles a afilar sus lápices, a distinguirlas con esos pequeños favores de los maestros que ponen tan orondos a los niños, y que las tres hijas de del Valle recompensaban con una premura en el servirlos y una modestia y gracia tal, que les ganaba las almas más duras.

Estas cosas... no sabe una cómo tratarlas... Depende de la cara que pongan; a lo mejor salen con aquello de «vuelva usted...». Me voy, me voy; ya me entra la desazón... tardaré... pero no tarda quien a casa llega... Sobre todo si no trae las manos vacías. Vete, hija, vete, y el Señor te acompañe y te afine las entendederas. Si yo tuviera tu talento, pronto saldría de estas trapisondas.

Pero la obra de Rufino Cuervo será un timbre de honor para su patria y para nuestra raza. Si he consignado algunos nombres, si me he detenido en algunas de las personalidades más notables en la actualidad, es porque, habiendo tenido la suerte de tratarlas, entran en mi cuadro de recuerdos.

El autor de En viaje añade, sin embargo, a renglón seguido: «si he consignado algunos nombres, si me he detenido en el de algunas de las personalidades más notables en la actualidad, es porque, habiendo tenido la suerte de tratarlas, entran en mi cuadro de recuerdos». Valga como excusa, pero es lástima, y grande, que no se haya decidido a examinar con mayor detención tema tan rico como interesante.

Alguna vez en la conversación, le ocurrió tocar, aunque solamente de soslayo, ciertas cuestiones científicas o sociales, y su manera de tratarlas descubría en él una cultura muy extensa y sólida. Aun contradiciéndole y presentándole objeciones embarazosas, quedaba Delaberge sorprendido por la claridad y la precisión de todas sus réplicas: la señora Liénard no había exagerado.