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Actualizado: 4 de junio de 2025


Por detrás de la empalizada empezó á asomar una escopeta de dos cañones, y se vió un sombrero de grandes alas que ocultaba á medias el rostro de un joven moreno, el cual, con mucha presteza y agilidad, pasó ambas piernas por encima de las puntas de las estacas, y dando un salto quedó en pie delante del conde. ¡Hola, Pedro! ¿De dónde vienes?

Entra, entra dijo a la pitillera. Esta entró. El cuartito estaba en desorden; recogida la almohadilla de los encajes; había un baúl abierto y ya casi colmado, y los cuadros de lentejuela y estampas devotas, que solían adornar las paredes, faltaban de ellas. Hola... ¿parece que vamos de viaje? preguntó Amparo.

Porque os amo dijo Esperanza dejando caer la cabeza sobre el hombro del duque. Ya no me llamas excelencia, ni señor dijo don Pedro , y esto me agrada. Por lo mismo lo hago, porque creo que estáis enamorado de . Pero aún queda ese enojoso vos. ¡Hablaros yo de , como á Cosme Prieto! Es verdad que yo no soy como otras que vienen á servir de mi tierra. Yo soy noble. ¡Hola!

Luego, como si repentinamente cruzara por su mente la idea de que había hecho una cosa fea, dió la vuelta, abrió de nuevo los ojos y dijo sonriendo: ¡Hola! ¿Eres ? Al mismo tiempo le alargó la mano. El duque se la estrechó, y alzándose de la butaca le dió un sonoro beso en la mejilla, diciendo: Si quieres dormir más te dejaré. No he venido más que a darte un beso.

Ahora, usted a volver la vida a la pobre Nieves, y yo a la botica con la buena nueva. Quisiera tener alas para llegar de un vuelo desde aquí. Aguarde usted un instante... Entérese de esa carta que tengo en el bolsillo desde ayer tarde: la que armó la tempestad. «Nacho...» ¡Hola! ¿Del sobrinito, eh?... ¡Demonio!... ¡demonio!

Acercose lentamente, con las manos metidas dentro de la faja y silbando por lo bajo una malagueña. ¡Hola, Juan! dijo la muchacha, inmutándose y sonriéndole con cariño. A la paz de Dios, señores respondió el Juan gravemente, mirándome con fijeza.

¡Hola, mon petit! dijo Simón acercándosele. Hete ya escudero hecho y derecho y en camino de calzarte muy pronto la espuela de oro, mientras que yo soy y seré sargento instructor de arqueros y nada más. Apenas me atrevo á seguir hablándote con la misma franqueza que cuando trincábamos en los mesones de nuestra tierra.

No, hombre.... Esos son solaces a la alta escuela y por todo lo fino, que no le quitan a uno el sueño.... Es... una cigarrera. ¡Hola... picarón! ¿Esas tenemos, y tan calladito? Usted mismo me la enseñó y me habló de ella.... La chica del barquillero. Borrén chasqueó la lengua contra el paladar.

En ese instante Lorenzo se retiró de la ventanilla y se acomodó en su asiento; Ricardo hizo lo propio, y Melchor continuó un momento esperando, deliberadamente, que ellos solos iniciaran alguna conversación, como lo hizo Lorenzo, diciendo: Linda mañana, ¿eh? ¡Hola! exclamó Melchor, sentándose a su vez y restregándose efusivamente las manos. ¿Conque ya encontramos algo lindo?

¡Hola, feo! ¿Con que estamos de mal humor? dijo tranquilamente el barón, cruzando por dos veces con su pañuelo de seda el hocico del oso. El animal, sorprendido, le miró un momento, cayó sobre las cuatro patas y gruñó de nuevo, mirando á derecha é izquierda como sin saber qué resolución tomar, mientras el barón, á dos pasos, lo contemplaba con curiosidad, guiñando sus irritados ojillos.

Palabra del Dia

rigoleto

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