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Actualizado: 13 de junio de 2025
En varios pasajes repite el Diario del Almirante, ya al avistar la tierra, ya por celebridad de la fiesta de la Virgen María que ponía banderas en los topos de los mástiles y ataviaba la nao, y como quiera que desde el siglo XIV se acostumbraban flámulas con los castillos y leones, diciendo el cronista francés Froissart que en la batalla de la Rochela las llevaban las naos castellanas tales, que desde los topes llegaban á tocar el agua, cosa hermosa de ver, es presumible que por gala las tuvieran las carabelas, así como otras particulares y de señas que la ordenanza autorizaba.
Las armas de los Febrer habían ondeado en flámulas y banderas sobre más de cincuenta navíos de gavia lo mejor de la marina de Mallorca , que, luego de tomar órdenes en Puerto Pi, iban a vender aceite de la isla en Alejandría, embarcaban especierías, sedas y perfumes de Oriente en las escalas del Asia Menor, traficaban con Venecia, Pisa y Genova, o, pasando las Columnas de Hércules, sumíanse en las brumas de los mares del Norte para llevar a Flandes y a las repúblicas anseáticas la loza de los moriscos valencianos, llamada por los extranjeros mayólica, a causa de su procedencia mallorquína.
Fernández Duro varios, en colección especial náutica muy rara y útil, porque con la comparación de los diseños, con la evidencia de pormenores, acaso desproporcionados en ocasiones, pero que por lo mismo acusan la certeza, como de objetos que despertaron poderosamente la atención de los artistas copiantes, llega á conocerse la imagen completa, tomando de los unos la forma perfectamente acusada de los castillos en popa y proa, en otros las bularcamas, los cintones, los boceles; en tal las mesas de guarnición; y las bigotas en cual la lemera del timón y sus herrajes; en éste las gatas ó cofas con minuciosidad de palos y vergas; en aquél la maniobra de las velas, con sus bonetas; por fin, cualquier pormenor que bien se busca; trajes, paveses, anclas, estandartes, flámulas con sus cordones y borlas vistosas.
Naves, alzad las flámulas hermosas Envueltas por las nubes magestuosas Del humo del cañon, Conmemorando los gloriosos dias En que Chile botó á las ondas frias En leño audaz su invicto pabellon. Campos feraces do la mies ondea, Selvas en donde el pájaro gorjea, Rios que vais al mar: Un himno alzad con voz estrepitosa, Que os fecundó la sangre jenerosa Que enrojeció las gradas de su altar.
Sobre el duro azul de un celaje no empañado por la más leve bruma, ondean las flámulas, colocadas en mástiles a la veneciana alrededor del baluarte de la Puerta del Castillo, y sus gayos colores no desdicen del júbilo radiante del cielo y de la estrepitosa y alegre multitud. Arcos y ondas de follaje verde corren de mástil a mástil, disonando y contrastando con el tono cerúleo del firmamento.
.................................................. Ya arribaron todas, todas, con sus pórticos y flámulas y sus globos de escarlata: ya arribaron las pagodas... Las pagodas han tocado la marmórea escalinata del palacio del Gran Hombre de mortífera sonrisa, y cuyo nombre lo repiten la corriente de las aguas y los vientos en sus odas y en los flébiles arpegios de su eterna serenata.
En bateles del país, empavesados con vistosos gallardetes y flámulas multicolores, y defendidos de los ardores del sol por elegantes toldos, los convidados fueron a tierra, donde había para las damas dos soberbios palanquines llevados por robustos negros; para Morsamor y Tiburcio, hermosos caballos árabes ricamente enjaezados; y para el piloto, el comisionista y el fraile, sendos pollinos tordos y lustrosos, con primorosas albardas, de las que pendían caireles y flecos de seda y con las cabezadas y jáquimas de seda también, alegrando los oídos el sonar de los cascabeles de plata que había en los pretales, y alegrando la vista los relucientes y airosos penachos que descollaban muy por cima de las largas y puntiagudas orejas.
Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes, que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos.
Además, los Febrer avecindados en la isla y que no eran de la Orden de Malta se embarcaron en la escuadra con doscientos caballeros mallorquines, ansiosos de conquistar Argel, nido de piratas. Las trescientas galeras salieron de la bahía, ondeando sus flámulas entre el estruendo de cañones y bombardas, saludadas por el gentío aglomerado en las murallas.
A lo lejos, Cádiz, envuelta en un vapor cálido y rojizo, que allá, sobre la arena resplandeciente de la playa, las olas azules y transparentes iban a deshacer como un largo listón de diamantes en espuma centelleante hecha de agua y de sol; después, en el puerto, centenares de faluchos, de balandros, cuyas flámulas se despliegan levantadas por una ligera brisa que circula silbando por entre las cuerdas.
Palabra del Dia
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