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¡, víbora, ! ¡Pero yo he tenido padres sanos, ¿oyes?, ¡sanos! ¡Mi padre no ha muerto de delirio! ¡Yo hubiera tenido hijos como los de todo el mundo! ¡Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos!

¡Ordinario, vulgarote! vociferó ella. Y mientras el atorrante bajaba las escaleras, saltando los peldaños de cuatro en cuatro, Angelita, echada sobre la barandilla, le hacía pitos, diciendo de burlas: ¡Adiós, tío Agapo! Arrojóle un salivazo, tan certero, que le cayó en la mano. ¡Puerca! ¡víbora! refunfuñó el filósofo. Pero, mamá decía Susana, ¿por qué le tratas de ese modo?

No había mas que inclinarse sobre la serpiente muerta y decirle en voz baja: «No eres víbora, que eres grilloInmediatamente el veneno perdía su poder ponzoñoso dentro del cuerpo de la víctima. ¿Nada más? preguntó Morales con visible decepción . ¿Eso es todo? Eso era todo. Pero las palabras había que decirlas en guaraní.

Pedro se apoderó instantáneamente de aquella mano, y poniendo los labios sobre ella, chupó la gota de sangre. ¿Qué haces? Nada, señorita. Si la ha mordido una víbora, no es usted ya la que muere. ¡Qué horror! ¡Quiera Dios que no sea víbora! Gracias, Pedro... Has hecho mal en exponerte... ¡La Virgen del Carmen permita que no sea víbora! No se apure usted.

Nada puede salvaros, se acabó. Si no me contuviera os patearía como a una víbora; pero quiero contenerme; tengo curiosidad por ver qué medios ridículos vais a emplear para eludir el castigo de vuestra baja debilidad. Hablad, sed breve; porque todo es inútil; dentro de pocos minutos vuestra suerte se habrá fijado.

Y él sin duda encontró el infernal ardid, sin raciocinios ni cavilaciones; bastóle tal vez que alguien mentase la palabra víbora, para atinar desde luego en que este reptil podia servirle de excelente auxiliar. ¿Qué nos dicen estos ejemplos? nos dicen que el talento consiste muchas veces en ver una relacion que está patente, y en la cual nadie atina.

Sin embargo, se comprendía lo elevado de su cuna en la distinción de sus maneras. Adelantó gravemente hasta el centro de la parte del locutorio, situado del lado allá de la doble reja, y comprendió en una reverencia su saludo para doña Catalina y Quevedo. Ya nos une esa víbora dijo para don Francisco , yo haré que nos desuna.

¡Víbora! murmuró Francisca entre dientes. ¡Oh! protestó la abuela, Petra es amiga de mi nieta y es encantadora. Y muy distinguida confirmó la de Aimont. Enteramente como es debido afirmó la de Dumais. ¡Ah! si Francisca se le pareciese... terminó dando un suspiro.

Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se supo atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que le mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando entró en ambiciones que requerían mucho gastar, y no estaba para ponerse por las «cosas del clérigo» en contra de los de América, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando Felipe II, que se gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo a su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido la víbora.

12 Si el mal se endulzó en su boca, si lo ocultaba debajo de su lengua; 13 si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía entre su paladar; 15 Comió haciendas, mas las vomitará; de su vientre las sacará Dios. 16 Veneno de áspides chupará; lo matará lengua de víbora. 17 No verá los arroyos, las riberas de los ríos de miel y de manteca.