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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Salió don Bernardino satisfecho, muy satisfecho; en el saloncito tropezó con un empleadillo, que traía la carpeta de notas a la firma de S. E. y rondaba la entrada del despacho, esperando el fin de la entrevista, y Esteven pasó erguido, sin dignarse atender a la mirada provocativa que los ojillos de víbora del cuñado le lanzaron, desde el fondo del salón rojo.
En este coloquio iban los dos antiguos estudiantes, cuando hubieron de soltar un tanto la disputa para atender y dar oídos a la aguda y penetrante voz de cierto caminante que picaba por alcanzarlos y que cantaba de esta manera: Con espuela y paso a paso llega el asno a la jornada; pero víbora o culebra dando saltos más alcanza.
Tuve varios negocios con ella, y éstos me obligaron a visitarla en su casa muchas veces; y en su casa andaba una víbora de las que muerden el seno que las ha dado calor: un mayordomo que, según informes que después adquirí, había perdido la confianza de su señora, con grandes motivos para ello.
No creerás que lo he inventado yo. Para que veas que no me gustan farsas contigo; eso que te incomoda tanto, es cosa de Aurora...». Y él: «Como la coja, le arranco la lengua. Es una víbora esa mujer, una envidiosa, una intrigante. Ándate con cuidado con ella». Comentario: «De veras que estuve muy prudente. No se debe hablar mal de nadie sin tener seguridad de lo que se dice.
El de la carátula retrocedió para evitar nuevo golpe, y aunque magullado por el que había recibido, sacó de la faja que rodeaba su cintura una truculenta navaja de Albacete, de las de virola y golpetillo, de las que llevan la inscripción: Si esta víbora te pica no hay remedio en la botica;
Mira: ¡no sé lo que dijiste; pero te juro que prefiero cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú! Mazzini se puso pálido. ¡Al fin! murmuró con los dientes apretados. ¡Al fin, víbora, has dicho lo que querías!
43 Mas el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. 3 Entonces Pablo habiendo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano.
Bajóse rápidamente á cogerla, mas al hacerlo pudo observar con estupefacción que las manos de Paco Ruiz y de Carmen se hallaban enlazadas y que se soltaban á toda prisa al notar su movimiento. Sintió la misma impresión que si hubiese tocado una víbora. Al levantarse lanzó una mirada fulminante, abrasadora, sobre ambos.
Por último, yo no tengo noticia de una casa igual, y no extraño que el jóven, profano á la vida de las grandes ciudades, pierda allí el sentido y se dé en cuerpo y alma al diablo de aquella tentacion. Es el talento que la víbora tiene en saber picar; pero indudablemente hay allí un talento asombroso.
Y, así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa; que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca.
Palabra del Dia
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