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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Algún tiempo antes de los sucesos que acabamos de narrar, los amores de Ricardo y María, que se habían ido desvaneciendo gradualmente como las notas de una hermosa melodía, hasta el punto de no saber el mismo Ricardo si realmente existían o se habían extinguido por completo, si aun era el amante de la primogénita de Elorza, o si no tenía sobre su corazón otros derechos que los que se conceden a un antiguo y estimado amigo; estos amores, decimos, habían cobrado, sin que nadie supiese a qué atribuirlo, repentina e inesperada vida, como si a una luz próxima a morir por falta de aceite, le echasen alguna buena cantidad de ese combustible.
En las veces que fue admitido a la intimidad de la habitación de Nucha y se le consintió aproximarse a la nené y vivir su vida, jamás osara hacerlo.... Miedo de que le riñesen o echasen; vago respeto religioso que se imponía a su alma de pilluelo diabólico; vergüenza; falta de costumbre de sus labios, que a nadie besaban; todo se unía para impedirle satisfacer una aspiración que él juzgaba ambiciosa y punto menos que sacrílega.... Pero ahora era dueño del tesoro; ahora la nené le pertenecía; la había ganado en buena lid, la poseía por derecho de conquista, ¡ese derecho que comprenden los mismos salvajes!
No se dijeron al aire, porque ahora el deseo que tenían los bárbaros de hacerse cristianos estaba en sus primeros fervores, no hicieron en ellos mucha mella estos dichos; no obstante, resfriándose de allí á poco aquel primer fervor, consiguieron los apóstatas su intento de alborotar el país y enfurecer el pueblo para que echasen á los Padres y los remitiesen á donde habían venido.
De todos modos, le decía una voz interior, la falta de la generala no puede excusar la tuya; si todos se echasen la misma cuenta, el mundo no sería más que un hato de pícaros; además, él estaba en peor caso que los otros porque tenía con la generala cierto parentesco espiritual formado por la diferencia de edad y por las relaciones especiales que habían mediado entre ellos; el general, por otra parte, había sido el amigo y el compañero de su padre, y nadie estaba tan obligado como el hijo del brigadier Rivera a respetar su honor y sus canas.
Se imaginan que el calzado sólo sirve para cubrir el pie, resguardarlo de la humedad, por temor a los reumas, y evitar que se lastime sobre el mal piso; todo lo que piden al calzado es que no críe callo. Pues si el calzado no cumple otro fin más que ése, mejor sería que los hombres echasen casco o pezuña, lo cual se conseguiría fácilmente por procedimientos científicos.
El dinero no lo era todo. ¿Y la gloria? ¿Y la vergüenza profesional? ¿Qué dirían de él los miles y miles de partidarios entusiastas que le admiraban? ¿Qué contestarían a los enemigos cuando les echasen en cara que Gallardo se había retirado por miedo?... Además, el matador deteníase a considerar si su fortuna le permitía esta solución. El era rico y no lo era.
Con gran pesadumbre comprendía el devoto anticuario que el contraste del lugar sagrado con las insinuaciones talares de la Fandiño, en vez de apagar sus fuegos interiores, era alimento de la combustión que deploraba, como si a una hoguera la echasen petróleo.... Entraron en la capilla del Panteón. Era ancha, obscura, fría, de tosca fábrica, pero de majestuosa e imponente sencillez.
Los cocheros ya se preparaban á arrear á los caballos cuando el señor Rafael, que chorreaba alegría por todos los poros, tuvo la ocurrencia de obligar al viejo Cardenal y á su esposa á que echasen un baile de despedida. Y no hubo otro remedio.
A partir de este momento, el ingeniero creyó haber caído en un mundo irreal, en una vida distinta de la ordinaria. Los hechos se sucedieron con una rapidez desconcertante. Se vió hablando con un oficial que corría á lo largo de la cubierta dando gritos á los marineros para que echasen los botes al agua.
Adelante, siempre adelante, llevando a retaguardia al ciego africano, que en cuanto se enteró de que la recogían, se fue hacia los del Orden, pidiéndoles que a él también le echasen la red, y al mismo infierno le llevaran, con tal que no le separasen de ella.
Palabra del Dia
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