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15 Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los príncipes de la sinagoga enviaron a ellos, diciendo: Varones hermanos, si hay en vosotros alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. 17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y ensalzó al pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella.

Puedo responderos del órgano tan útil como agradable que acabáis de perder. ¡Hablad pronto, por favor! Mi fortuna será entera para vos. ¡Ah, doctor! antes que vivir desfigurado de esta suerte, es preferible morir. Eso suele decirse... ¡pero vamos a ver! ¿dónde está el trozo de nariz que os han cortado?

Ya sabéis que yo soy inocente. Podéis estar seguro de ello; pero hablad. Gabriel Cornejo, ha estado en galeras por robos y homicidios. ¡Ah! Es galeote huído. Más, más que eso; con eso sólo tiene que ver la justicia ordinaria, y de la justicia ordinaria no podemos valernos. ¿No decís que esa comedianta pidió un bebedizo á ese hombre? , señora.

; , señor. Gracias, señora, gracias. Ahora decidme: ¿cuál es la situación horrible en que os encontráis? Hablad, que aunque yo no sea el rey, tengo poder bastante para salvaros. Juradme por vuestra alma que me salvaréis y que no desconfiaréis de . Os lo juro. Voy á ser muy franca con vos. Os lo agradeceré. Yo, señor, no soy noble. Tenéis la nobleza de la hermosura.

Sr. Virey permiso franco para reuniros en un Congreso. Ya estais congregados: hablad con toda libertad, pero con la dignidad que os es propia, haciendo ver que ereis un pueblo sábio, noble, dócil y generoso.

¡Despreciable, hipócrita! exclamó Mathys . ¡Queréis ahorraros la confesión de vuestra falsía! Voy a arrancaros la careta, señora; lo todo. ¿Qué sabéis? Os lo ruego, hablad más claro, me hacéis temblar. ¿No le revelasteis a Marta el secreto del nacimiento de Elena? ¡Yo! ¡Qué idea tan insensata! ¿Cómo se me podría ocurrir perderme a misma?

21 si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús, 23 y a renovaros en el espíritu de vuestro entendimiento, 25 Por lo cual, dejando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo; 27 ni deis lugar al diablo.

Hablad, os lo ruego. ¿Qué es lo que ha pasado? ¡Me hacéis temblar, Mathys! Es cosa de temblar, señora; he estado a punto de ser asesinado a una legua de aquí. ¡Asesinado! ¿Qué queréis decir? Os contaré eso mañana; pero no, ya veo que no tenéis compasión de mi estado, y no me concederéis un minuto de reposo hasta que lo sepáis todo. Pues bien, he aquí en pocas palabras lo que me ha pasado.

¡Ah! ¿pero quién créeis que soy yo? No me atrevo á decíroslo. Hablad, hablad sin temor, señora. ¿Me dais vuestra noble palabra de no enojaros? Os la doy. Pues bien dijo doña Ana arrodillándose de repente á los pies del duque de Lerma ; yo soy vuestra, señor, en cuerpo y en alma.., porque hace mucho tiempo que, loca, fuera de , amo á vuestra majestad.

Hacéis mal, señor dijo el aya con voz dulce . Hablad; sea lo que fuere lo que tengáis que decirme, os escucharé con atención. Servíos tomar asiento. En efecto, así estaremos mejor prosiguió Mathys algo cohibido . Sentaos vos también, Marta. Parecéis estar inquieta. Teméis que la condesa nos sorprenda, ¿verdad? Estará ausente una hora por lo menos.