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13 Enseñaré a los prevaricadores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti. 14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salud; cantará mi lengua tu justicia. 15 Señor, abre mis labios; y publicará mi boca tu alabanza. 18 Haz bien con tu voluntad a Sion; edifica los muros de Jerusalén.

No se le acerca sino el juez que ha de mandarle a presidio.... Es singular el rigor con que condenáis vuestra propia obra añadió con vehemencia, enarbolando el palo en cuya punta tenía su sombrero . Estáis viendo delante de vosotros, al pie mismo de vuestras cómodas casas, a una multitud de seres abandonados, faltos de todo lo que es necesario a la niñez, desde los padres hasta los juguetes... les estáis viendo, ... nunca se os ocurre infundirles un poco de dignidad, haciéndoles saber que son seres humanos, dándoles las ideas de que carecen; no se os ocurre ennoblecerles, haciéndoles pasar del bestial trabajo mecánico al trabajo de la inteligencia; les veis viviendo en habitaciones inmundas, mal alimentados, perfeccionándose cada día en su salvaje rusticidad, y no se os ocurre extender un poco hasta ellos las comodidades de que estáis rodeados.... ¡Toda la energía la guardáis luego para declamar contra los homicidios, los robos y el suicidio, sin reparar que sostenéis escuela permanente de estos tres crímenes!

Volviendo de su incursion contra los moros, pasó por el estado del conde, y le hizo tambien gravísimos daños, con que enconadas mas las antiguas enemistades, se convirtió la tierra en teatro de robos y homicidios.

Las grandes catástrofes por disparadas locas en los teatros, en las iglesias, en los naufragios, son casos de ferocidad repentina y fulminante originada por el terror pánico de que proviene también seguramente, la mayor parte de los homicidios. Los jefes de la "Mashorca", que hacía temblar a los vecinos de Buenos Aires, eran tímidos que de miedo a ser degollados se hicieron degolladores.

21 Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. 1 Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, vestido de una nube, y el arco del cielo estaba en su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. 2 Y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

-Calla -dijo don Quijote-. Y ¿dónde has visto , o leído jamás, que caballero andante haya sido puesto ante la justicia, por más homicidios que hubiese cometido? -Yo no nada de omecillos -respondió Sancho-, ni en mi vida le caté a ninguno; sólo que la Santa Hermandad tiene que ver con los que pelean en el campo, y en esotro no me entremeto.

La corrupción e inmoralidad del clero en aquellos días fue aún mayor que su ignorancia: las Cartas y los Avisos de Pellicer, de Barrionuevo y de otros curiosos, a quienes se puede considerar como predecesores del noticierismo moderno, hacen mención de multitud de clérigos presos y castigados, no sólo por robos, homicidios y asesinatos, sino por ser actores de pecados nefandos.

Era Rinconete, aunque muchacho, de muy buen entendimiento, y tenía un buen natural; y como había andado con su padre en el ejercicio de las bulas, sabía algo de buen lenguaje, y dábale gran risa pensar en los vocablos que había oído a Monipodio y a los demás de su compañía y bendita comunidad, y más cuando por decir per modum sufragii, había dicho por modo de naufragio; y que sacaban el estupendo, por decir estipendio, de lo que se garbeaba, con otras mil impertinencias a éstas y a otras peores semejantes y, sobre todo, le admiraba la seguridad que tenían, y la confianza, de irse al cielo con no faltar a sus devociones, estando tan llenos de hurtos, y de homicidios, y de ofensas de Dios.

Yo, señor, procedo según mis instrucciones, como también en conformidad con lo que usted mismo me ha manifestado respondió. Le aseguro a usted que, si yo ordenase que se hiciesen investigaciones en todos los casos en que se sospecha o se afirma que se han cometido homicidios, necesitaría una fuerza de detectives tan grande como la del ejército inglés.