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Al oirse el estallido, los miserables, los oprimidos, los que vagan perseguidos por la fuerza saldrán armados y se reunirán con Cabesang Tales en Santa Mesa para caer sobre la ciudad; en cambio, los militares á quienes he hecho creer que el General simula un alzamiento para tener motivos de permanecer, saldrán de sus cuarteles dispuestos á disparar sobre cualesquiera que designare.

Era campeón de varias armas, boxeaba, y hasta poseía los golpes favoritos de los paladines que vagan por las fortificaciones. «Inútil y peligroso como todos los zánganos», protestaba el padre. Pero sentía latir en el fondo de su pensamiento una irresistible satisfacción, un orgullo animal, al considerar que este aturdido temible era obra suya.

Porque las sombras odian tu mirada; Hijas del Caos, por el mundo errantes, Náufragos restos de la antigüa Nada, Que en el mar de la luz vagan flotantes. A tu mirada suspendido el viento, ¡Ni árbol ni flor el desierto agita; No hay en los seres voz ni movimiento;... El corazón del mundo no palpita... Se acerca el centinela de la muerte! ¡He aquí el silencio!

En sus sombríos y desapacibles salones, llenos de polvo y telarañas, se afirma que vagan y circulan por la noche duendes y almas en pena. El conde Enrique se fue de profesor a no qué universidad, donde vive aún.

Los saltadores son los más intelectuales y elegantes de los arácnidos. No son metódicos, no son extáticos. Corren, brincan, se mueven prestamente. No fabrican urdimbres donde permanecer hastiados; no labran agujeros donde esperar aburridos. Son mundanos, son errabundos. Vagan ligeros por las puertas y por las paredes soleadas. Persiguen las moscas; las atrapan saltando.

No es tampoco Guillermo Tell el primero, que obligado a ello por el tirano, quita la manzana con un flechazo de la cabeza de su hijo. Estos lances, o reales o inventados por la fantasía popular, vagan primero de acá para allá, sin acabar de fijarse bien; sin que adquiera gran consistencia y gloria el héroe del lance.

Para , Pereda es, antes que toda otra cosa, el compañero y el amigo de mi infancia, el Pereda de las Escenas, el que en 1864 imprimía en La Abeja Montañesa los diálogos del Raquero, el Pereda sin transcendentalismos, ni filosofías, ni políticas; pintor insuperable de las tejidas nieblas de nuestras costas; de la tormenta que se rompe en las hoces; del alborozo de los prados después de la lluvia; de la vuelta de las cabañas desde los puertos; de la triste partida del mozo que va a Indias; de la entrada triunfal y ostentosa del jándalo; de la alegría del hogar en Nochebuena, amenizada por el estudiante de Corbán; de los supersticiosos terrores que vagan en torno de la pobre Rámila, y la traen a miserable muerte; de la salvaje independencia de los antiguos pobladores de la calle Alta y del Muelle de las Naos, últimos degenerados retoños de los que en la Edad Media daban caza a los balleneros ingleses en los mares del Norte, y ajustaban tratados de paz y de comercio con sus reyes; y finalmente, de la casa solariega próxima a desplomarse, y apuntalada, si acaso, por los dineros del indiano; y del concejo de la aldea, donde a duras penas vegeta algún rastro de las antiguas costumbres municipales.

Yo no , yo no qué es lo que tienen, pero ello es el caso que cuando agita el aire sus corolas suspiran por lo bajo... ¡Las flores son las almas de mujeres que en la tierra su crimen no purgaron, mujeres que murieron olvidadas después que tanto amaron, y ahora vagan sus almas de unas flores a otras emigrando, y en el crisol ardiente de sus penas purifican las huellas del pasado... ¡No arranquemos jamás con mano brusca una flor de su tallo: las flores tienen alma; las he oído gimiendo muchas veces por lo bajo...!

Blanca flor de montañas Que en el azul empíreo se mece, Cuando surgen patrióticas hazañas Se multiplica y por doquier florece; Pero diz que se oculta y desparece, O se demuda roja, Cuando patria postrada se sonroja, Y vagan por las nubes sus raíces Lloradas por las musas infelices.

Hallamos en esta tierra otro pueblo de casi 3,000 indios llamados Querandíes, con sus mugeres é hijos que andan como los Charrúas: nos trajeron carne y pescado. Estos Querandíes no tienen morada fija; vagan por la tierra como gitanos. Pero los indios los maltrataron y volvieron al real con tres heridos. Pero cuando llegamos ya tenian 4,000 indios de sus amigos y familiares, de socorro.