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El Nuevo Mundo, tan léjos de Europa y tan colosal, ha avanzado infinitamente mas en la civilización y la libertad, es decir, en la posesión de la conciencia ó la personalidad y la noción de la justicia, que esa estupenda península del viejo mundo en cuyo seno vegeta en la barbarie la gran raza de Cham. ¿Por qué ese contraste? ¿Es por culpa de la raza negra nomas ó principalmente? ¡Triste es decir la verdad!

Para , Pereda es, antes que toda otra cosa, el compañero y el amigo de mi infancia, el Pereda de las Escenas, el que en 1864 imprimía en La Abeja Montañesa los diálogos del Raquero, el Pereda sin transcendentalismos, ni filosofías, ni políticas; pintor insuperable de las tejidas nieblas de nuestras costas; de la tormenta que se rompe en las hoces; del alborozo de los prados después de la lluvia; de la vuelta de las cabañas desde los puertos; de la triste partida del mozo que va a Indias; de la entrada triunfal y ostentosa del jándalo; de la alegría del hogar en Nochebuena, amenizada por el estudiante de Corbán; de los supersticiosos terrores que vagan en torno de la pobre Rámila, y la traen a miserable muerte; de la salvaje independencia de los antiguos pobladores de la calle Alta y del Muelle de las Naos, últimos degenerados retoños de los que en la Edad Media daban caza a los balleneros ingleses en los mares del Norte, y ajustaban tratados de paz y de comercio con sus reyes; y finalmente, de la casa solariega próxima a desplomarse, y apuntalada, si acaso, por los dineros del indiano; y del concejo de la aldea, donde a duras penas vegeta algún rastro de las antiguas costumbres municipales.

De modo que te has perdonado tu traición... Todavía no... Quisiera, Magdalena, que te dieses cuenta de los sentimientos que puede experimentar una muchacha pobre cuando contempla la vida de las dichosas de la tierra desde el fondo del abismo en que vegeta... Ninguna probabilidad de casarse... Ninguna esperanza en la vida... Entonces deja una de darse cuenta del bien y del mal... No se piensa, no se vive, ni se desea más que conquistar lo imposible...

¡Oh!, ¡qué felicidad! exclamó Eloísa , el que algún evento notable saque a esta monótona Sevilla del carril rutinario en que vegeta desde que San Fernando la fundó. La conquistó le dijo por lo bajo su simpático amigo Polo. Pero Eloísa, sin atenderle, prosiguió: ¿En qué ópera hará su debut? ¿Pues qué, se ha ajustado para salir a las tablas de Bu? preguntó la marquesa.

En medio del océano, las bahías, la laguna y el cerro de la Popa, vegeta Cartagena, como un náufrago que vacila entre los abismos del mar y la soledad del desierto que limita un continente. ¡Qué de recuerdos allí! ¡qué sublime pobreza! ¡gloriosa mendicidad de una reina caida que se hace respetar por lo que fué, y admirar por la majestad de su dolor!

Refiérome al miserable desesperado que reúne a todas las miserias la miseria mayor, que es la ignorancia.... El ignorante envilecido y supersticioso sólo posee nociones vagas y absurdas de la divinidad.... Lo desconocido, lejos de detenerle, le impulsa más a cometer su crimen.... Rara vez hará beneficios la idea religiosa al que vegeta en estúpida ignorancia.

Yo podría determinar las causas, pero me contentaré con hacer una reflexion. Cartagena es una gran ruina, es una tumba inmensa, y entre las ruinas y las tumbas se encuentran siempre, lo mismo el hermoso lirio lleno de perfume y misterio, y el blanco alelí de las murallas, que el lagarto feo y descarnado vagando por entre los pedriscos y los escombros donde vegeta la hiedra....

»Existe, Antoñita, una gran verdad que sólo sabemos apreciar cuando estamos en el extranjero, y es que la única vida que tiene realidad es la vida de París. En los demás países del mundo se vegeta con más o menos actividad, pero se vegeta al fin. Únicamente en París se agita el espíritu y progresan las ideas.

Allí vive tambien una sociedad heterogénea bajo todas sus formas. Vegeta, embrollando los negocios, una Dieta federal que representa la ambicion, los intereses y el egoismo suspicaz de los gobiernos ó soberanos; y se agita una prensa libre y activa, representante de la soberanía de la opinion.

Yo comparaba la inmensa riqueza encerrada en el «Tesoro» de la catedral, con la profunda miseria de las clases inferiores de Toledo, ciudad que vegeta en el aislamiento, sin industria, comercio, ni agricultura importante, y me decia con tristeza: «¡Qué bien haría la Vírgen de esta catedral si, imitando á Isabel la Católica, no ya para descubrir un mundo sino para resucitar á Toledo, destinara sus joyas de valor fabuloso para un ferrocarril que comunicase á esa imperial ruina con todos los pueblos del magnífico valle del TajoDe cada catedral de España, sin contar mas que los valores de lujo, puede salir un ferrocarril; pero no hay riesgo de que salga nada, sin que por eso falten las entradas.