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TORTILLA DE MANZANA. Se toman tres manzanas de buen tamaño; se les quita la piel y el corazón, y las manzanas se pican menuditas, poniéndolas a cocer con doscientos gramos de azúcar y un poco de manteca de vaca; hay que estar sin cesar de dar vueltas con una cuchara de madera hasta que se pone como una masa. Se baten tres huevos, se mezcla la pasta y se hace la tortilla con manteca de vaca.

Es el incidente primordial de la historia humana, y el caso eterno, el caso de los casos en orden de fragilidad. Mientras no se probó la fruta, prohibida por aquel Dios doméstico, todo marchaba muy bien. Pero la manzana fue mordida, sin que el Demonio tomara aquí forma de serpiente ni de otro animal ruin, y adiós mi modestia.

Julián, por su compostura y hábitos de pulcritud-aprendidos de su madre, que le sahumaba toda la ropa con espliego y le ponía entre cada par de calcetines una manzana camuesa cogió fama de seminarista pollo, máxime cuando averiguaron que se lavaba mucho manos y cara.

Un modesto coche de movimientos repulsivos nos condujo por el húmedo y melancólico valle, en cuarenta minutos, á la célebre ciudad de Altorf, capital del Canton, donde Guillermo Tell ganó la inmortalidad con la famosa proeza de la manzana y la flecha.

Decidióse, pues, á hablar con el tío Pepón. Para efectuarlo se colocó á su lado mientras pisaban la manzana. En un momento de descanso le dirigió estas palabras afectando ruda franqueza: ¿Entonces, tío Pepe, me da usted á Telva ó no me la da?

Tengo á la vista una manzana, y voy á examinar la relacion que entre si tienen las sensaciones que me produce. Es evidente que puedo prescindir del olor sin destruir ninguna de las otras sensaciones que de ella emanan. Siendo inodora, todavía me queda extensa, colorada, sabrosa, y aun sonora en cuanto es capaz de producir algun ruido.

No, para mondar la manzana.... Eso ya es inverosímil. Lo mismo opinan Beltrand y la orquesta. ¡Cielos! monda la manzana; ¡es la marquesa de Pompadour!... ¡de Pompadour!... Ana soltó el trapo. Rió de todo corazón el disparate del académico y la gracia de su marido. «La verdad era que Quintanar parecía otro». Petra sirvió el . ¿Ha vuelto Anselmo de Vetusta? preguntó el amo.

Don Ramón creyó ver en los ojos de Fermín cierta repugnancia por el cinismo con que se expresaba y se apresuró a añadir: Yo soy quien soy, muchacho. Si me rascan, aparecerá el de antes. Créeme: el que muerde la fatal manzana de que hablan esos señores amigos de nuestro principal, no se quita jamás el gusto de los labios. Se cambia de envoltura para seguir viviendo, pero de alma ¡nunca!

Todavía quieres más, y estás derribando una manzana de casas viejas para hacer casas domingueras y sacarles las entrañas a los pobres. No hagan ustedes caso de esta rata eclesiástica indicó Moreno, sentándose entre Barbarita y Jacinta . Me está arruinando. Voy a tener que irme a un pueblo porque no me deja vivir. Es que no me puedo descuidar.

Su alcoba no la vio nunca como la dejaron aquellos curiosos. No es para la mayor parte de los hombres una obra santa, y una copa de espíritu la hermosura; sino una manzana apetitosa. Si hubiera un lente que permitiese a las mujeres ver, tales como les pasean por el cráneo los pensamientos de los hombres, y lo que les anda en el corazón, los querrían mucho menos.