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De malísimo humor volvió aquella noche al Grand Hôtel el tío Frasquito: había aguantado dos horas el aristocrático aburrimiento del Círculo de la Unión, sancta sanctorum del Faubourg Saint-Germain masculino, en que tan escasos profanos logran entrada franca, y es, por lo mismo, objeto codiciado por todos los vanidosos ilustres.

En la voz de Simoun se notaba cierto timbre estraño y siniestros rayos parecían pasar al través de sus anteojos azules. Como para hacer cesar la impresion que aquellas piedras hacían sobre tan sencillas gentes, Simoun levantó la bandeja y descubrió el fondo donde encerraba los sancta sanctorum.

Veíase en un extremo, tras un gran biombo de nueve hojas de laca de Coromandel, descascarado por todas partes, una enorme mesa cargada de papeles y rodeada de artísticos armarios, todos al alcance de la mano, sancta sanctorum, donde sólo penetraban los iniciados en los asuntos y manejos del diplomático.

Rivadeneyra, Flos sanctorum, en la Ascensión del Señor.... «Los apóstoles también sentían la huerfanidad de tal padre, la soledad de tal maestro, de tal pastor y de tal capitán, especialmente viéndose entre tantos y tan crueles enemigosLope de Vega, en el acto I de El Animal de Hungría: «TEODOSIA. Rezien casada, y venida a Ungría de Ingalaterra, sentí soledad notable de mi tierra en tierra agena

¡Dios mío, qué ángel es usted! dijo Lázaro. ¡Qué perfección! Yo la admiro á usted y la venero, señora. No soy digna de veneración, sino de lástima contestó con mucha amargura. Y dió un suspiro profundísimo que parecía sacar al espacio los misterios encerrados en el Sancta sanctorum de su pecho. ¡Digna de lástima! exclamó el aragonés sorprendido. ¿Pues qué puede usted apetecer? ¿Qué la preocupa?

En estas fiestas ordena el cacique á los suyos que tejan gran número de esteras, y hecho de ellas unas grandes cortinas, cubren y cierran una parte de la sala y este es el Santa Sanctorum en que entran los dioses, á quien con nombre común llaman Tinimaacas que saliendo del infierno fingen que bajan del cielo y turbando con ruido descompasado todo el aire, tiembla la casa y toda aquella tapicería ó cortinaje de esteras.

En cuanto el maestro subió al otro piso, el centenar de chiquillos comenzó á rebullirse, primero con cautela por si el pedagogo les jugaba, como de costumbre, alguna emboscada, y después con un estrépito y una confusión tales, que el vigilante nombrado por el maestro, y con omnímodas atribuciones, por cierto, viendo su autoridad atropellada, hubiera acudido en queja «al señor maestro» si se hubiera atrevido á penetrar en el sancta sanctorum de las casas consistoriales.

Colon., 1690: folio, parte I, pág. 274, y Acta sanctorum sept., tomo VII, págs. 195 y siguientes: Antuerp., 1760; y acerca de la relación de este drama con la tradición de Fausto á Koberlstein, De la edad probable y de la significación del poema de la guerra de Wartburg: Naumburg, 1823, págs. 55-58, y á Rosenkranz, sobre la tragedia de Calderón El mágico prodigioso: Halle, 1829. El Sr.

A la puerta de la iglesia de Omnium Sanctorum se colocaron, de orden de la justicia, dos altas escaleras de mano; y en cada una de ellas pusieron á dos jóvenes y no mal parecidas mujeres, siendo también curioso el que una de las tales estaba vestida en traje masculino con gregüescos y calzas.

A ninguno es lícito mirar al Santa Sanctorum, sino sólo al Mapono ó sacerdote que es un grande hechicero ú hombre diabólico, y si alguno de los otros hechiceros de menos ciencia y menores proezas en el oficio quiere echar la vista dentro para verlos, le detiene el Mapono amenazándole que pagará al momento su delito con la vida.