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En uno de los pasos campea en primer término un escribano con sus correspondientes anteojos y su indispensable legajo, recordando en las prendas de su traje todas las épocas conocidas, haciendo sus gregüescos acuchillados dar una galopada de más de dos siglos, hasta llegar á su abotonado chaleco.

En el fondo estaba el altar, y en su parte baja, detrás de un vidrio, admiraban los devotos un verdadero interior de museo de figuras de cera. San Ignacio tendido en una colchoneta leía un libro, vestido con gregüescos y capotillo de vueltas de velludo como un galán del teatro clásico. Una batería oculta de luces eléctricas iluminaba esta exhibición de feria.

Estos montes que veis que están tan juntos, Son los que Acroceraunos son llamados, De infame nombre, como yo barrunto. Asieron de los remos los honrados, Los tiernos, los melifluos, los godescos; Y los de á cantimplora acostumbrados. Los frios los asieron y los frescos, Asieronlos tambien los calurosos, Y los de calzas largas y greguescos.

Faltan jubón, gregüescos, ferreruelo y sombrero; el ferreruelo debe ser de terciopelo, el jubón de brocado, los gregüescos de lo mismo que el ferreruelo, y el sombrero igual.

Quedó don Quijote, después de desarmado, en sus estrechos greguescos y en su jubón de camuza, seco, alto, tendido, con las quijadas, que por de dentro se besaba la una con la otra; figura que, a no tener cuenta las doncellas que le servían con disimular la risa -que fue una de las precisas órdenes que sus señores les habían dado-, reventaran riendo.

¡Bien calculó el maligno Celemín lo que había de ocurrir, y cómo la caballeresca escena cambiaba de carácter y adquiría torpe sentido con sólo disponer los combatientes en la forma antedicha y rasgar oportunamente la trasera de unos gregüescos! Las más sublimes escenas de Shakespeare se hubieran descompuesto en esta piedra de toque.

¡Dios mío! exclamó el desdichado ¡me van á matar! ¡Pero señor! ¡la carta que me dió la abadesa de las Descalzas Reales! ¿qué he hecho yo de esa carta?... ¡tengo la cabeza hecha una grillera! ¡todo me anda alrededor! ¡todo me zumba, todo me chilla, todo me ruge! ¡pero esta carta!... ¡esta carta! Y se registraba de una manera temblorosa los bolsillos, los gregüescos, hasta la gorra.

Sobre aquel cuero perdurable se habían sentado los gregüescos acairelados de un gentil hombre de la casa del Emperador; recibió tal vez las gentiles posaderas de algún padre provincial, amigo de la casa; quizás sostuvo los flacos muslos de algún familiar del Santo Oficio en los buenos tiempos de Carlos II, y, por último había sido honroso pedestal de aquellas humanidades que llevan un rabo en el occipucio y aparecían constantemente aforradas en la chupa y ensartadas en el espadín.

A la puerta de la iglesia de Omnium Sanctorum se colocaron, de orden de la justicia, dos altas escaleras de mano; y en cada una de ellas pusieron á dos jóvenes y no mal parecidas mujeres, siendo también curioso el que una de las tales estaba vestida en traje masculino con gregüescos y calzas.

Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni por pienso, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores. Por ahora, esto se me ha ofrecido, Sancho, que aconsejarte; andará el tiempo, y, según las ocasiones, así serán mis documentos, como tengas cuidado de avisarme el estado en que te hallares.