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Portero no había; verdad es que tampoco había puertas, por ser la casa de estas malas de lugar que, o no las tienen, o las tienen que no cierran. Una mala mesa en medio, y un mal secretario, eran los muebles que componían todo el ajuar.

Esta sangre ha sido derramada, pero se eleva eternamente de la tierra y va a tenir las nubes que me cierran la entrada del cielo, en donde tu no estas y en donde yo no estare jamas!

Las otras cuatro se cierran diversamente, dos hácia oriente, y otras dos hácia poniente. Y así era menester estuvieran dos otros porteros allí encerrados para abrir.

No, hija mía, no, ¡bendita seas!... no me duele nada... soy muy feliz... lo único que tengo es sueño... se me cierran los ojos sin poderlo remediar... Pues por nosotros no dejes de dormir, Juan, dijo Santiago. , tiito, duerme, duerme dijeron a un tiempo Manolita y Paquito echándole los brazos al cuello y cubriéndole de caricias... Y se durmió en efecto. Y despertó en el cielo.

A sus oídos llegaban, entre el confuso vocerío, algunas blasfemias que le estremecían. De pronto se abre con violencia la puerta y sale precipitadamente una masa negra, disparada por unas manos que cierran de nuevo al instante. El P. Gil reconoció en aquella masa negra a un clérigo. Se aproximó solícito y vio que era el P. Norberto, con manteos y sin sombrero.

Nuestros conocidos, detrás de los novillos, llevan, como quien dice, la llave de la feria, cierran la marcha ... y bien lo necesitan. Tal andan todos ellos, que no les basta entero el ancho del camino para no darse de calabazadas unos con otros. Aquello ya no es hablar: es una algarabía incomprensible é insoportable.

Haz el favor, te digo... No quiero verte, no quiero oírte, ni me importa que me quieras o no. Si me quieres, rabia y rabia; mejor. Yo me reiré viéndote padecer. Con que lo dicho, déjame en paz. Tengo un sueño espantoso... ¿No ves cómo se me cierran los ojos?». Y era mentira. Lejos de tener ganas de dormir, estaba muy despabilada y nerviosa.

Comunicado a renglón seguido en mi papel y en todos los contemporáneos en que el autor de la comedia dice que es excelente, y el articulista un acéfalo: se conjuran los actores, cierran la puerta del teatro a mis comedias para lo sucesivo, y ponen el grito en los cielos. ¿Quién es el fatuo que nos critica? ¡Pícaro traductor, ladrón, pedante! ¿Y esto logra el pobre amigo de la verdad y de la ilustración? ¡Oh qué placer el de ser redactor!

Tan luego espira un individuo de aquellas razas se busca un tronco de la palma llamada Hagol, se le deja solo la corteza resultando un ataúd cilíndrico dentro del que colocan el cadáver, y después cierran los dos extremos de aquel tronco hueco con tablas que calafatean con resina blanca.

Llegamos al fin a los frigoríficos continuó Maltrana . Unas puertas que tienen de grueso casi tanto como de alto, unos dados de acero que giran ligerísimos sobre sus goznes y se abren y cierran lo mismo que las culatas de los cañones... Crac: una vuelta de muñeca y todo queda justo, acoplado, sin la menor rendija.