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Filipinas, esa preciosa joya del Oriente, como se la ha titulado y con justicia por otras plumas antes que la mia, no goza en toda su estension del benéfico influjo de Astrea, ni con toda la prontitud que fuera de apetecer: se necesita para ello remover ciertos obstáculos que van á indicarse, y plantear una reforma total, como se dirá despues, ó adoptarse otra que se crea bastante al efecto; y esto conseguido, está dado el primer paso para la felicidad de las Islas; pues permanecer tan interesante ramo en el pie y forma con que se halla planteado, es el mayor obstáculo á su prosperidad, é imposible que avance un paso adelante, ni puedan surtir sus buenos efectos las leyes, por mas sábias, mas justas y previsoras que sean.

Que no daban dinero para las funciones y holgorios. Esto no puede considerarse como un cargo grave. Ellos no veían la necesidad de tales fiestas. ¡Qué más se podía apetecer en el mundo que vivir en un clima benigno, comer, pasear, dormir tranquilamente las horas que a uno se le antojaran!

El doctor se apresuró a montarla, y dijo, mirándola con ternura: «¡He aquí, tal vez, la salvación de la condesaEstas palabras fueron tanto más penosas para Mantoux, cuanto que acababa de echar el ojo a una pequeña propiedad, con sus árboles y su casa para el dueño, el nido que podía apetecer una familia honrada.

La saqué de la miseria, la vestí, la calcé, le di regalo, comodidades, cuanto pudiera apetecer. Ella abría la boca y yo abría el bolsillo, y palante siempre. Pues mira el pago. Dice que soy un bruto, que le repugno, que le doy asco. Le mando un ramo de flores y lo pisotea. Le escribo cartas y no me contesta. Voy a verla y me recibe con un gesto... En fin, la he mandado a paseo.

Porque como en Gonzalo no hay grandes prendas que admirar, ni bellezas que apetecer, se comprende sin dificultad que te avengas sin gran esfuerzo a ese convenio; pero que él se resigne a no ser dueño y señor absoluto de una mujer tan hermosa como , siendo esta mujer la suya propia, me parece una abnegación... inverosímil.

Al anunciarse unos Juegos Florales temblaban los competidores, temiendo que al gran don Carmelo se le ocurriese apetecer alguno de los premios.

iv La única visita que recibían era la de Feliciana y Olmedo. Ni una ni otro agradaban mucho a Maximiliano: ella por ser ordinaria y de sentimientos innobles, incapaz de apetecer la honradez como estado permanente; él por ser muy atropellado, muy hablador, muy amigo de contar cuentos sucios y de decir palabras indecentes.

Una humilde choza por vivienda; un saco de paja por lecho; un haz de enea por almohada; una honrada esteva por oficio; pan, agua y salud por alimento; un ramo de tomillo por corona; los bosques, los mares y los cielos por poesía; el Dios que llena al mundo por esperanza; ¿qué más podia apetecer? tenias razon, madre de mi alma; me decias bien, madre de mi vida.

En la realidad, ya desde hoy, somos los Jesuitas del Paraguay dichosos, aunque en esa relación que os presento, fuesen todavía como fatigados. Y no ellos solos, que también los que al nacer hijos de la predicación evangélica, se cuentan al mismo tiempo hijos vuestros, por sujetos á vuestro apetecible imperio, ni les queda más á que aspirar, ni harán nueva felicidad que apetecer.

Emancipadas las Américas, la administracion de correos de Manila empezó á entenderse directamente con la direccion jeneral de Madrid, y poco despues de esta época, se aumentó al administrador en Filipinas un abono de trecientos pesos por razon de casa y cien pesos para un escribiente, únicos gastos de la renta; y que si se querian garantir mas sus ingresos, con solo añadir un interventor al tanto por ciento igualmente, estaba hecho cuanto se podia apetecer para mayor seguridad de sus fondos.